Insultos, motes, empujones, collejas, golpes, patadas, aislamiento, robo, rotura de pertenencias, humillaciones, burlas, acoso sexual, amenazas, intimidación. Podríamos seguir con una larga lista de maneras en las que los niños y adolescentes se agreden entre ellos, física o psicológicamente. Unas violencias que se producen de forma presencial pero también en entornos digitales, con otras formas, con otras normas y con el añadido de convertirse en una agresión de potencial 24/7, 24 horas al d...