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¿Cómo afectan las nuevas tecnologías a la comunicación familiar?

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Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 11/5/2022. Puedes ver el original en este enlace.

El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) realizó un estudio de opinión en marzo de 2016 acerca del uso y la influencia de internet, el móvil o las redes sociales en la vida de los españoles y de sus familias encontrando que el 68 % de españoles creía que las nuevas tecnologías dañaban la comunicación entre padres e hijos como consecuencia de una menor inversión de tiempo en otras actividades familiares (CIS, 2016).

Los avances y la incorporación de las TIC en la vida familiar cotidiana han ganado un lugar destacado en el campo de la investigación. Son muchos los estudios destinados a analizar cómo se ve afectada la familia cuando interacciona a través de estas tecnologías, así como conocer el tipo de usos que la familia puede hacer de estas herramientas y analizar cómo inciden sobre la evolución de las relaciones familiares. En una revisión de la literatura llevada a cabo por Carvalho, Francisco y Relvas, (2015) se analizaron cuarenta y cinco estudios que estudiaban la relación de las TIC y el funcionamiento familiar encontrando resultados mixtos.

Por un lado, algunos estudios informan que las TIC tienden a aumentar el tiempo que pasan en familia y fortalecen los vínculos familiares, mejorando la comunicación familiar y aumentando la intimidad entre los miembros. Esto sería así, por ejemplo, en el caso de compartir las actividades en línea entre padres e hijos o con el uso de las TIC para gestionar las actividades diarias, así como en aquellas familias en las que los padres sienten que trabajar desde casa les permite mayor dedicación familiar.

 

Del mismo modo, también han tenido un impacto positivo en las familias transnacionales permitiendo el mantenimiento y la (re)creación de vínculos familiares, a pesar de la distancia geográfica, y en relaciones efectivas de co-paternidad después del divorcio, facilitando a los padres la planificación y la toma de decisiones conjuntas sobre sus hijos.

No obstante, a pesar de los aspectos positivos comentados, la incorporación de las TIC en la vida cotidiana también ha acarreado la aparición de nuevas dificultades en el ámbito familiar. Otros estudios señalan que el uso particular de patrones como la multicomunicación (comunicación con varias personas a la vez) y la perpetua disponibilidad traducida por ejemplo en la abundancia de amigos conectados en redes sociales y en la cantidad de información compartida en todo el mundo, puede llevar a situaciones de pérdida del control familiar de las interacciones que se producen en entornos virtuales.

Asimismo, investigaciones centradas en el uso de las nuevas tecnologías destacan como consecuencias de las mismas una reducción del tiempo dedicado a la familia, un aumento en la aparición de conflictos intergeneracionales, así como cierta obstaculización en el ejercicio de la crianza de los hijos. Otro de los problemas que pueden comportar las TIC en las relaciones familiares se refiere a la desconexión existente entre señales verbales y no verbales, los malentendidos derivados de la misma, así como el aislamiento de los miembros de la familia en la misma casa entre sí en lugar de establecer conexiones personales.

 

En un estudio llevado a cabo por Mesch (2006) se concluyó que, a mayor frecuencia de uso de internet por parte de los jóvenes, menor era la percepción de la calidad relacional con sus padres. Sin embargo, esta relación negativa no se debió a la frecuencia del uso de internet en sí, sino a la existencia de otra variable: el tipo de actividad en línea.

Así, el uso de internet por parte de los adolescentes con fines sociales (por ejemplo, jugar juegos en línea, comunicarse con amigos y participar en grupos de discusión) se encontró asociado positivamente con los conflictos familiares, mientras que el uso de internet con fines de aprendizaje o relacionados con la escuela (como la búsqueda de información) no se asoció con las variables de conflictos familiares, tiempo familiar y cohesión familiar.

Warren y Aloia (2018) también señalaron la importancia del uso que se da a estas tecnologías entre padres y adolescentes como predictor de la afectación a nivel relacional. Así, cuando se utilizaban los dispositivos móviles con motivos relacionales (por ejemplo, expresar apoyo, manejar conflictos) estos eran predictivos de sentimientos de cercanía, mientras que los usos más funcionales o instrumentales (por ejemplo, coordinar horarios, compartir contenido) no predecían la cercanía familiar.

Otro de los factores a tener en cuenta y que puede repercutir en un cambio en las dinámicas familiares entre padres e hijos adolescentes, es que en la era digital no todos los padres cuentan con la competencia digital necesaria para educar y/o supervisar a sus hijos en este ámbito, por lo que a veces se encuentran con el inconveniente de ser padres sin un modelo de referencia con respecto a las TIC, ya que estos dispositivos surgieron demasiado tarde en sus vidas. De este modo, la capacidad tecnológica por parte de los jóvenes tiende a aumentar la brecha digital entre generaciones, y desvía la autoridad de los padres, cuestionando las reglas y los valores que intentan transmitir.

Algunos consejos y recomendaciones

Nuestros hijos son lo que se denomina «nativos digitales» (Prensky, 2001), dado que han nacido en una sociedad en la que el uso de la tecnología está presente en su día a día y van a requerir habilidades digitales para manejarse correctamente en su vida académica y profesional.

 

Como padres, es aconsejable que estemos informados y busquemos recursos que nos ayuden a acompañarlos y educarlos en el descubrimiento y utilización de las TIC. A continuación, se listan algunos consejos a tener en cuenta:

  • No negar el uso de las TIC sino limitarlo. Es recomendable pactar unas reglas claras respecto al uso de móviles, tabletas y otros dispositivos: dónde y cuándo pueden usarlos y establecer un tiempo límite de uso. También se pueden acordar unos horarios «sin pantallas» y dar nosotros mismos ejemplos de aquello que les pedimos que hagan, dejando de lado las TIC y realizando otras actividades.  
  • Aprovechar su interés en las TIC para ayudarles a reflexionar sobre su uso. Plantearles preguntas sobre sí mismos y el uso responsable de las TIC, así como de las ventajas y riesgos que implican. Las TIC les permiten proporcionar gran cantidad de información sobre ellos mismos y relacionarse con los demás en función de la imagen que proyectan, por lo que los adolescentes deben poder reflexionar sobre las posibles consecuencias de la exposición de su vida privada en las redes, qué fotografías cuelgan y el porqué, si están pendientes constantemente de los comentarios o «likes» de sus amigos y qué ocurre cuándo no los obtienen, qué conductas online pueden suponerles un problema o incluso constituir un delito (la distancia suele crear una falsa sensación de anonimato e impunidad, pero también puede generarles sensación de indefensión frente al ciberbullying), etc.
  • Detectar posibles problemas. En ocasiones, el uso de las tecnologías puede utilizarse como refugio para no enfrentarse a situaciones que generan ansiedad o malestar en los adolescentes (por ejemplo, conocer gente nueva o hablar cara a cara con un amigo sobre un conflicto). Es necesario ayudarles a adquirir competencias sociales más allá de las redes y estimular a que realicen otras actividades con sus amigos. Y, como hemos comentado anteriormente, mostrarnos receptivos y disponibles para que puedan explicarnos cualquier problema o dificultad. 

Este es un artículo original de la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, del 12º Informe FAROS «Una mirada a la salud mental de los adolescentes - Claves para comprenderlos y acompañarlos».

Área de Salud Mental. Hospital Sant Joan de Déu Barcelona