Beneficios del deporte en niños y adolescentes
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 19/4/2022. Puedes ver el original en este enlace.
Desde tiempos inmemoriales, el ser humano ha tenido que hacer del «movimiento» su principal aliado en la lucha por la supervivencia. Su capacidad para correr, saltar, nadar, trepar y utilizar sus manos como herramienta le han permitido explorar y explotar el entorno a su favor. Y es que estamos hechos para el movimiento, y en gran medida dependemos de él tanto para la formación, como para el desarrollo y la consolidación anatómica y funcional de nuestro ser.
La práctica de actividad física es un hecho natural y fundamental en la vida del niño y del adolescente. Le ofrece momentos de felicidad, diversión y aprendizaje, a la vez que le introduce en un ámbito psicosocial que le estimula y fortalece como individuo. Es esencial en la prevención de enfermedades del adulto y le fortalece física, mental y emocionalmente.
Gracias al avance de las neurociencias, actualmente sabemos que el intelecto no solo se nutre del conocimiento y que la actividad física regular y mantenida en el tiempo (en especial el ejercicio cardiovascular o aeróbico), puede producir cambios funcionales y estructurales en el sistema nervioso al liberarse un gran número de sustancias (como la serotonina, la dopamina, la adrenalina y la noradrenalina, entre otras) que modulan y consolidan determinados procesos cognitivos (como la atención y la memoria).
Sabemos también que existe otro importante grupo de sustancias que aumenta con el ejercicio físico (como el factor neurotrófico derivado del cerebro, también conocido como BDNF, del inglés brain-derived neurotrophic factor, el factor de crecimiento insulínico tipo 1 y el factor de crecimiento vascular endotelial) y que en modelos animales dichos factores pueden modular tanto el aumento en el número de neuronas, como en el de los capilares sanguíneos y las conexiones entre las propias neuronas (sinapsis).
Por tanto, hemos descubierto que la práctica regular de deportes ayuda a optimizar el proceso del aprendizaje mediante la secreción de una serie de sustancias químicas y neurohormonales que son facilitadoras de los procesos cognitivos relacionados especialmente con la atención y la memoria. Mejora la circulación y oxigenación cerebral, fundamental proveedor de los nutrientes necesarios para su correcto funcionamiento. Tiene además una enorme influencia positiva en el resto de los sistemas del organismo (cardiovascular, respiratorio, locomotor, inmunológico y endocrinológico).
Y por si esto fuera poco, hemos aprendido que el hábito del ejercicio físico introducido desde edades tempranas podría llegar a reducir el riesgo de padecer trastornos mentales a largo plazo (depresión, ansiedad).
Sin embargo, a pesar de los indudables beneficios que la actividad física aporta a dichos aspectos cognitivos y de salud mental, la relación entre actividad física y cognición es sumamente compleja y no todos los tipos de ejercicio parecen mejorar de forma evidente todos los aspectos cognitivos. En este sentido, parece ser que el ejercicio cardiovascular o aeróbico (caminar, trotar, correr, bailar, esquiar, ir en bici, etc.) es posiblemente el más efectivo en cuanto a mejorar la función cognitiva en niños. Se sabe que niños en edad escolar que dedican al menos una hora cada día a realizar actividad física intensiva, muestran un mejor funcionamiento cognitivo. Y aunque se necesitan más estudios al respecto, existe suficiente evidencia en la literatura científica actual como para recomendar la práctica regular de este tipo de deportes en niños y adolescentes.
Porque el deporte (independientemente de los beneficios biológicos antes mencionados) cuando es entendido y planteado desde un diseño pedagógico adecuado, puede resultar generador de valores sociales y personales muy positivos y contribuir a la formación integral de la persona. Es en definitiva educación, puesto que transmite unos valores asociados que son esenciales en la formación de la persona y de sus habilidades sociales, como son la tolerancia, la solidaridad, el esfuerzo, el sacrificio y el respeto a los otros y a las normas. Es pues una fuente de conocimiento, una oportunidad para fortalecer el carácter y adquirir determinados valores extrapolables a muchos otros campos de la vida familiar, profesional y cívica.
El deporte físico regular previene la aparición de enfermedades cardiovasculares en la etapa adulta, a la par que favorece el desarrollo cognitivo de nuestros niños y adolescentes, y les fortalece física, mental y emocionalmente.
Este es un artículo original de la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, del 12º Informe FAROS «Una mirada a la salud mental de los adolescentes - Claves para comprenderlos y acompañarlos».