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Afrontar la ansiedad: ¿qué pueden hacer las familias?

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ansiedad adolescente

Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 29/12/2021. Puedes ver el original en este enlace.

La ansiedad en los adolescentes puede producir dificultades de concentración y repercutir en la habilidad para mantener un rendimiento académico, puede interferir también en las relaciones con los amigos. A veces, incluso, el adolescente con ansiedad evita relacionarse. Por otra parte, la ansiedad persistente puede asociarse a dolores de cabeza o en otras partes del cuerpo, fatiga, dificultad para dormir por la noche. Todo esto puede repercutir en el bienestar del adolescente y afectar a su calidad de vida. 

Debemos estar alerta a las señales de riesgo de sufrimiento en los jóvenes para poder ayudarles a gestionar y afrontar adecuadamente aquellas situaciones y eventos que les están generando sufrimiento. Muchas veces, el entorno próximo, ya sean tutores, padres o incluso el mismo grupo de amistad de iguales puede detectar el malestar incipiente del joven, y podemos movilizar toda una serie de recursos que les ayuden. En otras ocasiones, será necesaria la valoración e intervención por parte de especialistas en psicología clínica. 

 

La intervención psicológica tendrá como objetivo disminuir y actuar de manera preventiva sobre los factores de riesgo que sean modificables, así como potenciar todos los factores de protección que se han descrito con anterioridad. 

Estrategias para que los padres puedan ayudar a sus hijos adolescentes

  1. Educación y prevención: construir un contexto familiar que fomente la expresión de emociones y el vínculo seguro, lo que permite que el adolescente, cuando se sienta desbordado y/o con malestar, pueda tener herramientas para expresarnos cómo se siente. Otro aspecto que tiene un papel preventivo tiene que ver con ayudar a los niños a que desde la infancia precoz puedan ir conociendo e interiorizando a sus propios recursos personales. A veces los padres usamos frases como «no llores», «no te enfades que no es para tanto», «no hay que tener miedo por esto»... que hacen que los niños no puedan vivir libremente sus emociones. Hay que fomentar la idea de que todas las emociones son válidas y nos acompañan a lo largo de la vida en diferentes contextos e intensidades. Por otro lado, una actuación preventiva dentro del ámbito familiar tiene que ver con la importancia de permitir cierto grado de autonomía, procurando no sobreproteger al hijo e interferir constantemente en sus actividades o iniciativas, pero tampoco forzando una independencia precoz. Pero muy especialmente, resulta clave la demostración clara de afecto y aceptación incondicional por parte de los padres, ya que este aspecto está íntimamente relacionado con un vínculo seguro y en consecuencia para que el adolescente pueda establecer lazos y relaciones afectivas «sanas».
  2. Observar y detectar las señales de alerta de ansiedad: a veces los jóvenes pueden verbalizar directamente que se sienten desbordados o preocupados, pero otras veces no es tan evidente, quizás incluso porque ni siquiera él se da cuenta. Algunas de las señales de alerta incluyen: 
    - Cambios de humor, con incremento de la irritabilidad. 
    - Evitación de situaciones como ir a clase, quedar con amigos, conocer gente nueva, ir a situaciones donde hay mucha gente, etc. 
    - Dificultades de concentración, más dispersión, y posible descenso en el rendimiento académico. 
    - Dificultades para conciliar el sueño por la noche y/o se despierta durante la noche. 
    - Quejas respecto a sufrir dolor de cabeza, fatiga, y otras somatizaciones o molestias físicas. 
  3. Encontrar un momento de tranquilidad. A veces, habrá que esperar. Lo importante es estar disponible para hablar con nuestro hijo o hija adolescente de los posibles problemas o dificultades que pueda estar teniendo. Habría que adoptar una actitud de escucha activa y empática. Por ello, hay que recordar que tenemos que intentar ver el mundo de la manera que ellos lo hacen, sin juzgar ni criticar, que no quiere decir que estemos de acuerdo. En este punto, es importante también ayudarles a tomar perspectiva y relativizar, en caso de que se pueda. 
  4. En algunos adolescentes el problema puede ser que se sientan desbordados por las exigencias y demandas (del entorno y propias), por lo que habrá que ayudarle a repartir de manera más equitativa dentro de la rutina diaria los ratos dedicados a cada tarea (estudio), con énfasis en el descanso, la relajación, el placer y el tiempo de ocio.
  5. En la conversación con el adolescente es muy importante validar las emociones y el momento por el que está pasando. De esta manera el adolescente se sentirá escuchado y apoyado. Validar las emociones no significa estar de acuerdo con lo que nos está comunicando, significa simplemente transmitir el mensaje de que estamos con él y que entendemos su malestar. 
  6. El adolescente que se siente seguro y con autoconfianza ante los ,retos propios de la etapa vital (exámenes, conocer gente nueva...), no se siente desbordado por la ansiedad y se siente capaz y con confianza en sus recursos, por lo que normalmente no se producirán conductas de evitación.  No obstante, un porcentaje elevado de adolescentes experimentarán ansiedad significativa, por lo que habrá que animarles a afrontar sus temores, permitiéndoles comprobar, por un lado que, en la mayoría de ocasiones, lo que tememos no llegará a producirse; por otro lado, también pueden comprobar que en caso de que ocurra aquello que temen o que les preocupa, la mayoría de las veces tienen más recursos personales de los que piensan para gestionar de manera satisfactoria la situación y terminan ganando seguridad en sí mismos. 

Este es un artículo original de la Escola de Salut del Hospital Sant Joan de Déu BarcelonaPara más información sobre la ansiedad en la adolescencia, consultad el 12º Informe FAROS «Una mirada a la salud mental de los adolescentes - Claves para comprenderlos y acompañarlos».

Área de Salud Mental. Hospital Sant Joan de Déu Barcelona