Trabajar la autoimagen
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 28/11/2022. Puedes ver el original en este enlace.
La mayoría de las personas hemos experimentado la sensación de vernos bien en algún momento y vernos muy mal en alguna otra ocasión. En ambos casos, lo más seguro es que, objetivamente, nuestra apariencia no sea muy diferente en uno u otro caso. Lo que sí cambia es cómo nos sentimos y cómo actuamos con los demás. Por ejemplo, si creemos que somos atractivos, actuaremos sintiéndonos seguros, tranquilos y merecedores de las cosas buenas que nos pasan.
Por lo tanto, la autoimagen no es fija e inmutable, sino que puede ser diferente a lo largo de la vida. La autoimagen tiene un fuerte anclaje en la infancia y la adolescencia, momento en que se afianza, pero va cambiando según cada momento de la vida.
La adolescencia es la etapa más vulnerable para la aparición de problemas con la imagen corporal. Esto se debe a que, a lo largo de la adolescencia, se experimentan una serie de cambios (fisiológicos, emocionales, sociales, etc.) que pueden desencadenar una insatisfacción con el propio físico. Esta preocupación por el físico es diferente entre chicos y chicas: mientas que los chicos suelen preocuparse más por la presencia o no de musculatura, mientras que las chicas se centran más en el peso.
La presión publicitaria, mediática y social que tenemos actualmente establece unos cánones de belleza y estilo de vida, potenciados por las redes sociales, que son poco compatibles con la diversidad corporal del ser humano.
La autoimagen es la representación del propio cuerpo que cada persona construye en su mente. Es un concepto que se refiere a la manera en la que la persona percibe, imagina, siente y actúa respecto a su propio cuerpo.
La autoimagen incluye varios conceptos a tener en cuenta:
- Componente perceptual: la representación mental del cuerpo no es una fotografía del mismo, sino que está cargada de subjetividad. Se sobreestima o se subestima.
- Componente subjetivo: se refiere a las actitudes, creencias, expectativas y valoraciones acerca del propio cuerpo. La sociedad actual potencia que se valoren a las personas exclusivamente por el atractivo físico.
- Componente conductual: una imagen corporal negativa afecta a la conducta, desde el tipo de ropa que se usa hasta todo un estilo de vida que incluye evitar situaciones en las que el cuerpo puede ser observado, no salir, hacer dietas, ejercicio físico excesivo…
Insatisfacción corporal y trastornos de la conducta alimentaria
La insatisfacción corporal aparece cuando el aspecto físico que uno considera ideal no coincide con la autoimagen de la persona. Esta disconformidad, cuando permanece en el tiempo, nos puede llevar a realizar conductas no saludables con la finalidad de cambiar nuestro aspecto.
Una persona con insatisfacción corporal tiene una percepción distorsionada de su cuerpo, viéndolo diferente de cómo es realmente. Es un momento en el que aparece ansiedad, la vergüenza, la incomodidad y la angustia por vivir en un cuerpo con el que no se sienten identificadas.
Factores que influyen en la insatisfacción corporal:
- La presión por el canon de belleza actual, tanto masculino como femenino, difundido por los medios de comunicación, la industria cultural y las redes sociales.
- Patrones de comportamiento poco adecuados en la familia. Si los padres y las madres se muestran muy preocupados por su propio peso, se producen situaciones con comentarios y críticas que expresan el grado en que se valora el aspecto físico dentro de la familia, estableciendo potencialmente un estándar frente al cual el niño o niña se compara.
- Burlas o comentarios despectivos relacionados con el aspecto físico recibidos desde diferentes entornos: familiar, escolar, clubs de ocio, etc.
- Tener una baja autoestima
- Ser perfeccionista y una alta exigencia personal
- La inseguridad afectiva. Es decir, personas que no se sienten merecedoras del amor y la aceptación de su entorno.
¿Qué puedes hacer para mejorar tu autoimagen?
Es obvio que no podemos cambiar cómo somos, pero sí que podemos hacer varias cosas para mejorar cómo nos vemos. Es fundamental recordar que lo que realmente importa es cómo nos sentimos con nuestro propio cuerpo, no cómo es en realidad. Hablar con una persona de confianza, como un familiar o un amigo, sobre los sentimientos que tenemos hacia nuestro cuerpo puede ayudarnos a sentirnos mejor. En casos en los que la autoimagen está asociada a una insatisfacción profunda se aconseja acudir a profesionales especializados.
- Acepta y valora tu cuerpo. Nadie es perfecto, por este motivo intenta ser menos crítico con tu cuerpo. También puedes buscar aquellos aspectos que te gusten de tu físico. Si no se te ocurre ninguna parte de tu cuerpo que te guste, piensa en los aspectos positivos que dicen las personas que te rodean sobre tu aspecto.
- Haz una lista de cosas positivas en ti y que no tengan nada que ver con el físico.
- Rodéate de personas que te respeten y te hagan sentir comodidad. En algunas ocasiones, podemos encontrar personas en nuestro entorno (en casa, en la escuela, en el trabajo…) que no nos respeten. Si es alguien que no te importa, aléjate de esa persona. Y si es alguien que te importa, explícale que está sobrepasando los límites y que sus comentarios te están afectando.
- Trata a tu cuerpo con respeto y amabilidad. Cuando haces comentarios negativos sobre tu cuerpo, dañas tu propia autoestima. Sé amable contigo mismo. Respétate, incluso aunque haya algunas cosas en las que deberías trabajar.
- No te compares con los demás.
- Pon en práctica hábitos alimenticios y un estilo de vida saludable.
- Ten espíritu crítico con las imágenes que ves en las redes sociales, entendiendo que muchas de ellas están retocadas.