Proteger la salud mental desde los centros educativos
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 31/3/2022. Puedes ver el original en este enlace.
Los centros educativos tienen una importante labor en la prevención de problemas de salud mental, ya que son un espacio central de aprendizaje y desarrollo en la infancia y adolescencia. Se trata de un entorno en el que las niñas, niños y adolescentes pasan muchas horas y donde todo aquello que sucede impacta en su autoestima, creencias, hábitos, relación con los demás, proyectos de futuro, etc. Impulsar actuaciones que fortalezcan estos aspectos de forma saludable, supone consolidar los factores de protección de la salud del alumnado.
Si trabajas en el entorno educativo y te preguntas qué cosas se pueden hacer para promover una buena salud emocional de los alumnos y alumnas y prevenir así un trastorno de salud mental, revisamos algunas pautas básicas de una buena estrategia de prevención.
Reflexionar sobre las propias creencias
Está demostrado que el alumnado aprende mucho más de todo aquello que vive, que de aquello que se les explica. Como docentes acompañamos a decenas de estudiantes a lo largo de nuestro ejercicio profesional y resultamos, inevitablemente, referentes para ellos y ellas. Asumir esta responsabilidad requiere de un ejercicio de reflexión imprescindible en relación con nuestras creencias sobre el éxito, la salud, el género y la diversidad, nuestras estrategias para resolver determinadas situaciones, nuestra manera de comunicarnos y la relación que tenemos con nuestro cuerpo y nuestra persona. Todo aquello que deseemos enseñar a nuestro alumnado tomará mucha más consistencia si se acompaña en coherencia con nuestra manera de mostrarnos ante ellos y ellas.
Desarrollar un plan de convivencia de centro
Durante la infancia y la adolescencia el colegio y el instituto son espacios de vida centrales. Estar a gusto en el centro educativo y sentir pertenencia a la comunidad, es primordial para el bienestar emocional, aspecto que influye directamente en la autoestima, el aprendizaje y las relaciones sociales. Prácticas como las asambleas, las tutorías, los círculos restaurativos o la mediación entre iguales son algunas de las opciones que pueden ponerse en práctica para fortalecer vínculos, impulsar la expresión y gestión emocional, así como adquirir estrategias para resolver conflictos. Es muy importante que el alumnado considere el centro educativo como un espacio seguro, donde las relaciones se desarrollan en un clima de respeto y de tolerancia cero ante cualquier tipo de violencia. De este modo, favorecemos que sientan la tranquilidad y confianza que, ante una situación compleja, disponen de estrategias personales y van a encontrar apoyo tanto por parte de su grupo de iguales como del profesorado.
Promover hábitos saludables
Partir de una visión amplia del concepto salud nos ayuda a promover tanto el bienestar físico como el emocional. Establecer relaciones de respeto con uno mismo y con los demás, dedicar tiempo a nuestras aficiones, amistades y familia, descansar o identificar y gestionar nuestras emociones son algunos ejemplos de hábitos que cuidan de nuestra salud, tanto como mantener una alimentación equilibrada, hacer actividad física o evitar el consumo de tabaco, alcohol y otras substancias. La sociedad en la que vivimos presenta la delgadez y la tonificación corporal como ideal universal de salud, así que es muy importante prestar atención, desde todos los ámbitos de currículum, en no reforzar esta creencia para no fomentar actitudes poco saludables que puedan acabar desembocando en un trastorno de la conducta alimentaria.
Impulsar la diversidad de potencialidades
Dar valor positivo a las potencialidades de cada alumna y alumno amplía el abanico de espejos en los cuales la persona se refleja positivamente. Considerar esta diversidad como algo enriquecedor para el conjunto del alumnado refuerza el respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Si limitamos los valores positivos que puede tener una persona, a aquellos pocos preestablecidos socialmente, se pueden generar expectativas y comparaciones que resulten fuente de estrés, preocupación o frustración. Estimular las potencialidades de cada alumna y alumno sin perseguir la excelencia y garantizando el disfrute en el aprendizaje y en las relaciones interpersonales, es un factor protector para regular el perfeccionismo y los niveles de exigencia poco saludables.
Ampliar la formación del profesorado en relación con la salud mental
Las y los docentes desempeñan una función esencial en la prevención y detección de señales de alerta ante una situación de vulnerabilidad o riesgo entre el alumnado. La precocidad en la detección de estas señales es clave, pero ¿Cómo van a colaborar en la importante tarea de la detección si no reciben formación sobre aquello que deben identificar? Es imprescindible poner a su disposición los conocimientos, el tiempo y los recursos necesarios para poder prestar atención a cambios sutiles, observables desde la escuela, que puedan aparecer entre el alumnado ante situaciones vitales estresantes, experiencias adversas o por factores personales como la baja tolerancia a la frustración, la tendencia al perfeccionismo o a la autoexigencia, por ejemplo.
Emplear material didáctico en el cual la diversidad esté positivamente representada
Es muy importante revisar el material que ofrecemos al alumnado, ya sean libros, películas, juguetes o dosieres. Es fundamental que en ellos se represente de forma respetuosa y valiosa la diversidad corporal, funcional, de identidad y orientación sexual, cultural, etc., así como evitar aquellos que refuerzan los estereotipos de género establecidos que modelan de forma muy limitante y encorsetada al conjunto del alumnado y son fuente de presiones que pueden generan malestar e insatisfacción. Es muy necesario aportar referentes inspiradores.
Fomentar una gestión del tiempo saludable
Es muy relevante poder observar el horario de nuestras alumnas y alumnos con un poco de distancia para poder asegurarnos de que disponen de una organización que les aporta bienestar. Fomentar la importancia de reservar espacios para sus aficiones, amistades y familia, es tan importante como disponer de tiempo para estudiar o hacer deberes. Es recomendable evitar cargas muy exigentes y estresantes.
Potenciar el espíritu crítico
Hace tiempo que sabemos que las nuevas tecnologías y las redes sociales están transformando la manera como nos relacionamos con nuestro entorno y con nosotros mismos, así como el aprendizaje o el acceso a la información. Estimular el espíritu crítico y uso responsable de estos dispositivos y plataformas es fundamental para gestionarlas con seguridad. Para ello es imprescindible acompañar a nuestro alumnado en la adquisición de estrategias para seleccionar, contrastar y filtrar la información, así como recursos para gestionar la comunicación interpersonal.