La prevención del suicidio en el contexto educativo
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 25/7/2022. Puedes ver el original en este enlace.
La conducta suicida debe abordarse desde su prevención, una prevención que debe incluir el contexto educativo. Las muertes por suicidio son una de las primeras causas de muerte en jóvenes de 15 a 29 años (INE 2020), y en la adolescencia se producen más tentativas de suicidio que en cualquier otra etapa evolutiva. El entorno escolar puede configurarse como un espacio que empodere al alumnado en la gestión saludable de su malestar, y puede atender y detectar la aparición de las primeras conductas. Así mismo, se debe tener en cuenta que algunas conductas de autolesión en jóvenes, la mayoría de ellas sin intencionalidad suicida, pueden aparecer ya en el alumnado de educación primaria.
El centro educativo es un espacio de encuentro, de acompañamiento, no solo al alumnado, sino a toda su comunidad, que incluye a las familias y a todos los profesionales del centro. Desde esta mirada sistémica podemos atender muchas de las necesidades que surgen entre estos agentes y adaptarnos a diferentes contextos. En los institutos se ha evidenciado el aumento de tentativas de suicidio y de autolesiones, con o sin ideación suicida, en los dos últimos cursos. Ante este hecho son muchos los profesionales educativos que han demandado más orientación y formación para poder tener herramientas que permitan implementar proyectos de prevención selectiva en los centros, y para poder atender y hacer una correcta derivación en situaciones de riesgo.
Muchos docentes han demandado más orientación y formación para poder tener herramientas que permitan implementar proyectos de prevención del suicidio en los centros.
Lo que era, hasta hace poco, un tema tabú para la sociedad, ha dejado de serlo en los centros educativos, que han conocido, de primera mano, la complejidad de estas conductas. Desde el ámbito sanitario, muchos profesionales han trabajado en red con los centros educativos. Entre ellos, cabe destacar el trabajo de Francisco Villar y su libro Morir antes del suicidio, prevención en la adolescencia (Editorial Herder, 2022), en el que se resalta este espacio como uno de los contextos claves en la prevención del suicidio juvenil.
Un ejemplo de proyecto de prevención del suicidio en la escuela
Durante el curso escolar 2021-2022, se ha llevado a cabo un proyecto desde esta mirada comunitaria en Sant Feliu de Llobregat (Barcelona), impulsado desde el ayuntamiento y coordinado por Miriam Paz Salgado, técnica de educación. El proyecto ha incluido las siguientes acciones:
- Taller I ara què faig? (Y ahora, ¿qué hago?). Este taller está orientado al alumnado de sexto de primaria y tiene como principal objetivo ahondar en la gestión saludable de emociones intensas. Muchas de las autolesiones que se atienden en menores de sexto de primaria y primero de la ESO corresponden a una canalización a través del cuerpo de emociones tales como la rabia, la tristeza o la culpa. Otro concepto clave del taller es trabajar la comunicación, para que el alumnado reconozca a sus adultos de referencia y puedan comprender que, ante este tipo de acciones, propias o ajenas, deben comunicar a sus allegados estas conductas.
- Taller Llum i foscor (Luz y oscuridad). Orientado al alumnado de cuarto de la ESO, tiene como principal objetivo comprender el concepto de la desesperanza, uno de los principales factores de riesgo del suicidio. Aunque la conducta suicida siempre es multifactorial, la desesperanza está presente en la mayoría de estas conductas. La persona percibe que su malestar nunca va a terminar y este pensamiento puede llevarla a la ideación, al gesto suicida, o al acto. Utilizando la técnica fotográfica del light-painting (dibujar con luz), se explora este concepto huyendo de su banalización, y también se exploran los propios recursos de ayuda. De esta manera, se toma conciencia de los factores protectores de los que disponen.
- Formación del profesorado. Se han organizado encuentros formativos con parte de los docentes de los centros que han llevado a cabo los talleres, para dar a conocer datos, mitos, factores de riesgo y protectores, señales de alerta y protocolos de intervención. Es muy importante que los equipos educativos tomen conciencia de la importancia de incluir en sus proyectos espacios para poder abordar la prevención del suicidio de manera transversal. Desde el Departament d’Educació de la Generalitat de Catalunya y su área de Educación Inclusiva, se ha elaborado un vídeo formativo para dar a conocer los aspectos más relevantes sobre la conducta suicida.
- Formación a profesionales de la educación no-formal. Estos espacios son puntos de encuentro ideales para que algunos niños, niñas y jóvenes puedan encontrar a adultos de referencia con los que puedan establecer vínculos comunicativos cercanos, más allá de la familia o la escuela. Este lugar de referencia es el que se ha tenido en cuenta para elaborar la guía Encarem el suïcidi juvenil: orientacions i eines per a entitats juvenils, editada por el CNJC (Consell Nacional de Joventut de Catalunya) y la asociación APSAS.
- Encuentro con familias. En estos encuentros se aborda una realidad más amplia, la realidad de las pérdidas, y se dedica un espacio para poder acercarnos a la complejidad del duelo por suicidio. Los encuentros familiares son clave para poder abordar la psicoeducación, para poder compartir dudas y para poder acompañar desde la asertividad.
Todas estas acciones se iniciaron presentando primero a la asociación APSAS mediante una conferencia de curso inaugural online, impulsada desde el Ayuntamiento y dirigida a todos los docentes de Sant Feliu de Llobregat. Como el público abarcaba desde maestras de educación infantil hasta docentes de ciclos formativos, la charla ofreció un acercamiento al tabú de la muerte y a la pedagogía de la finitud. Si desde los primeros años de vida somos capaces de potenciar espacios educativos para hablar de los cambios, las pérdidas, la vida y la muerte, seremos capaces de potenciar unos de los factores protectores básicos: la resiliencia.
Este tipo de proyectos permiten acercarnos a la conducta suicida desde la toma de conciencia de la importancia de cuidar nuestro bienestar físico, mental y social. Así mismo, estos espacios permiten conversar sobre muchos de los mitos asociados al suicidio, principalmente, el que relaciona el hecho de hablar sobre suicidio con el llamado efecto Werther (efecto contagio).
Si desde los primeros años de vida somos capaces de potenciar espacios educativos para hablar de los cambios, las pérdidas, la vida y la muerte, seremos capaces de potenciar unos de los factores protectores básicos: la resiliencia.
Poder buscar espacios para incluir la prevención también nos permite disociar la conducta suicida del trastorno mental, un asociación que, si bien en adultos tiene un grado de incidencia elevado (sobretodo en trastornos afectivos como la depresión), en la adolescencia la aparición de las primeras autolesiones no está siempre relacionada con una patología. Cierto es que, tal como aporta Isabel de Paula en su libro La autolesión en el autismo (Alianza editorial, 2018), ciertos trastornos tienen una disposición más alta a desarrollar estas conductas como medio de regulación. Pero cierto es, también, que los docentes que trabajamos día a día en el aula podemos observar muchas conductas asociadas a otros factores de riesgo. Destacar, entre ellos, la influencia de las redes sociales como potenciador de las autolesiones, mediante hashtags que incitan al cutting o mediante foros pro-suicidio. Así mismo, el mundo de la «happycracia» se configura como un potenciador de frustración, dado que los adolescentes sienten una presión continua hacia sus modos de vida, de relacionarse y sobre sus cuerpos. Abordar, por tanto, la prevención del suicidio en la adolescencia es abordar la autocura en mayúsculas.
No tenemos un reto fácil delante nuestro, pero la realidad nos hace transformarnos para seguir creciendo profesionalmente, y así poder atender mejor a un alumnado y a unas familias que lo necesitan.