La presión estética puede desencadenar problemas de alimentación
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 2/9/2022. Puedes ver el original en este enlace.
La presión publicitaria, mediática y social que tenemos actualmente establece la delgadez extrema como un ideal de belleza, salud y estatus. Una presión multiplicada por el efecto viral de las imágenes compartidas a través de las redes sociales y que «normalizan» estos cánones.
La sobrevaloración del físico puede convertir las imposiciones de los cánones de belleza en normas ineludibles si una persona quiere sentirse incluida en la sociedad. Sentir que no se encaja en el canon de belleza, o intentar mantenerse en él, puede generar una insatisfacción corporal permanente y conduce a las personas que quieren conseguirlo a tener que hacer grandes sacrificios que no son nada saludables y que conllevan un riesgo de desarrollar y mantener un trastorno de la conducta alimentaria. Algunos de los signos de alerta son las dietas extremas o el ejercicio físico desmedido.
En la adolescencia se recibe constantemente el mensaje de que sólo siendo delgado se es atractivo, competitivo y se tendrá éxito. La delgadez extrema parece ser esencial para que una persona triunfe, sea aceptada y tenga éxito en nuestra sociedad. Es importante recordar que en esta etapa vital es cuando se desarrolla la personalidad, la autopercepción y la autoestima.
Presión estética y perspectiva de género
La presión estética es un tipo de presión social que recibimos del entorno, ya sea a través de los medios de comunicación, las redes sociales o incluso a través de comentarios que ya incorporamos en nuestro día a día, y que ponen énfasis en aquellos cánones estéticos que son a menudo difíciles de conseguir, pero que se tienden a idealizar y admirar, impactando directamente en nuestra salud mental y autoestima.
Esta presión estética suele ser superior en la mujer, con una asociación de cuerpos delgados y «perfectos». En el caso de los hombres, el canon de belleza se asocia a la musculación. La presión estética promueve estereotipos de género y potencia el binarismo, no tolerando la diversidad de cuerpos y manteniendo roles de género patriarcales. Fomenta la cosificación del cuerpo y perpetúa la cultura de la dieta.
Presión estética y cultura de la dieta
Tal y como hemos comentado anteriormente, vivimos con la idea de que estar delgado está asociado a salud, por lo que se normaliza y acepta de forma extensa hacer dieta, retroalimentando con la presión estética actual. Por el contrario, el sobrepeso o los cuerpos más diversos tienen connotaciones menos saludables e incluso puede discriminarse presuponiendo que la persona «no se cuida» o «no se esfuerza». Estos juicios, extrapolados a otros ámbitos, se transforman en lo que llamamos gordofobia o, incluso, violencia estética.
La autoimagen es un constructo que formamos en base a los impactos externos (todo lo que llega a través de redes sociales, o lo que vemos en los demás) y en base a nuestra autopercepción, que en ocasiones puede llegar a ser negativa cuando en ella tiene mucha sobrevaloración del cuerpo y la belleza física. En el caso de los trastornos de la conducta alimentaria, como la anorexia nerviosa, la autopercepción está distorsionada.
Adolescencia, identidad y autoconcepto
En el caso de los adolescentes, la presión estética tiene una importante relevancia, especialmente a través de las redes sociales. Desde siempre, los adolescentes se han comparado mucho, porque sus referentes estables que eran los padres y madres en la infancia, pasan a ser ahora sus iguales, con los que se reflejan. Además, estos iguales serán también seguidores en el mundo digital de otros jóvenes youtubers, influencers o conocidos que, a gran escala, promoverán sus ideales.
El sentimiento de pertenencia es clave en la autoestima de los adolescentes, lo que explica las conductas imitativas entre sí. Si la cultura de la dieta y la sobrevaloración de la imagen está impactando a toda una generación de una misma edad, que se compara continuamente en base a la validación externa y los likes, la repercusión en el autoconcepto e identidad que se está formando a estas edades puede ser crucial.
El adolescente, si se siente más aceptado por cumplir unos cánones estéticos determinados, puede caer en la tentación de hacer restricción alimentaria o bien, un uso indiscriminado de filtros de Instagram, así como consumir contenido digital en relación con la necesidad de hacer dieta y ejercicio físico.
Si previamente existe una insatisfacción corporal, todos estos factores pueden precipitar una obsesión o la dismorfia de la imagen, lo que se llama incluso «dismorfia del selfie» (término que no aparece en ningún manual diagnóstico de trastornos mentales pero que se refiere a las múltiples consultas a cirugía estética que algunos jóvenes realizan para parecerse a su filtro de Instagram) o bien, la aparición de trastornos como la vigorexia o trastornos de la conducta alimentaria.
Es importante que los y las adolescentes puedan adquirir argumentos críticos, así como herramientas tanto intelectuales como emocionales, para hacer frente a la presión estética actual que impone modelos de delgadez extrema asociados al éxito. El objetivo no sólo es que pueda prevenirse la aparición de un trastorno de la conducta alimentaria, sino que los adolescentes puedan construir su identidad en valores y vivencias, y no en las imposiciones estéticas.
Cómo combatir la presión estética en casa:
- Promover y reconocer la diversidad corporal. Cada cuerpo es único y singular, por tanto, es importante fomentar la diversidad real en contraposición al único canon de belleza asociado a un cuerpo de extrema delgadez.
- Potenciar la autoestima. Reforzar aspectos positivos que nada tengan que ver con el físico. Para incentivar que una persona pueda aceptarse a sí misma es importante no hacer constantemente comparaciones con otras personas.
- Buscar otros temas, que no sean la imagen corporal, donde centrar su atención. Si en nuestras conversaciones el tema principal es siempre la imagen corporal y su importancia, pueden aparecer comparaciones, inseguridades e insatisfacción corporal que pueden desarrollar un trastorno de la conducta alimentaria. Es importante promover valores a nuestros hijos o hijas más allá de lo físico.
- Reforzar la comunicación emocional. Se trata de esa comunicación que transmite emociones y deseos, y tiene un alto componente de contacto físico. Por ejemplo, no es lo mismo decir «me gustaría abrazarte» que dar un abrazo que exprese todo lo que una persona siente a través de la energía de su cuerpo.
- Desarrollar un espíritu crítico hacia las redes sociales y limitar su uso cuando sea necesario. No todo lo que visualizamos en las redes sociales es real, ya que la mayoría de fotografías suelen estar retocadas con filtros o programas de tratamiento de la imagen. Cuando las redes sociales nos hacen sentir mal con nosotros mismos se recomienda no utilizarlas durante un período de tiempo y si es necesario dirigirse al profesional de la salud de referencia para que pueda evaluar el caso.
- No valorar su felicidad o bienestar estético por el número de likes de sus fotografías. Nuestros hijos pueden formar su autoconcepto a partir de los likes que reciben de sus fotografías. Por tanto, es importante hacerles entender que el número de likes no se correlaciona con cómo somos como personas. Si una persona sabe identificar sus puntos fuertes y débiles, necesitará menos la aprobación de los demás.