Pautas para una crianza resiliente
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 6/3/2024. Puedes ver el original en este enlace.
Sabemos que la adolescencia es una etapa vital intensa, llena de retos y desafíos. El conjunto de cambios biológicos, cognitivos, emocionales y sociales propios de este periodo que prepara los jóvenes hacia la edad adulta, que suele iniciarse a partir de los 10 o 12 años, puede resultar un reto también para las familias sobre como enfocar la crianza.
La clave para afrontar los desafíos vitales
La manera como las personas respondemos a los cambios o el estrés en nuestra vida cotidiana depende, por un lado, de la intensidad o la frecuencia, pero también de los recursos psicológicos y sociales de que dispone cada cual y su entorno. Conocemos diferentes patrones de respuesta al estrés: hay personas que se resignan, otros que reaccionan con más hostilidad e incluso con cierta frialdad o evitación. Pero también hay personas que han aprendido a manejar el estrés de manera saludable y a encontrar recursos para afrontar cada situación.
El hecho de tener recursos psicológicos y personales – de sentirnos capaces de hacer frente a la situación y mantener el control— y contar también con una red de apoyo social y familiar que nos acompañe está directamente relacionado con la resiliencia, que es la capacidad de hacer frente a los desafíos o las adversidades de la vida, de adaptarse a situaciones difíciles y de recuperarse después de un hecho traumático o estresante. Sabemos con certeza que una capacidad de resiliencia más grande se asocia con afrontar mejor el estrés y a presentar menos problemas de salud mental.
Fomentar la resiliencia puede ser la clave para que los adolescentes puedan hacer frente en su día a día y a las adversidades con un mejor bienestar emocional. Y las familias tienen un papel crucial en el desarrollo de las habilidades que promueven la resiliencia.
Consejos para las familias
En esta charla en línea para familias de la Escola de Salut Sant Joan de Déu en colaboración con el proyecto Henka, la psicóloga clínica Leire Vázquez, del Área de Salud Mental del Hospital San Juan de Dios Barcelona, habla sobre cómo podemos fomentar las habilidades que favorecen el desarrollo de una buena resiliencia en la adolescencia a través de la autoestima, el autoconocimiento, la percepción de autoeficacia, las habilidades sociales, la regulación emocional y las estrategias de afrontamiento.
Aplicar las siguientes pautas y sugerencias para que las familias sean más resilientes ante acontecimientos y situaciones difíciles, nuevas o adversas puede ayudar que los hijos e hijas adolescentes puedan desarrollar su resiliencia individual y, a su vez, que lo hagan los diferentes miembros de la familia, ayudándolos a cohesionarse más y a promover su bienestar.
Ayuda tu hijo o hija a mantener un entorno estructurado.
- Expresa cualquier experiencia emocional, sea positiva o negativa.
- No intentes evitar o suprimir las emociones difíciles, puesto que para que sean menos agobiantes, antes de gestionarlas, tenemos que poder validarlas y aceptarlas.
Fomenta un entorno familiar donde se hable de emociones.
- Expresa cualquier experiencia emocional, sea positiva o negativa
- No intentes evitar o suprimir las emociones difíciles, puesto que para que sean menos agobiantes, antes de gestionarlas, tenemos que poder validarlas y aceptarlas.
Expresa tu malestar y qué haces para regularlo.
- Sé un modelo a seguir para él o ella sobro como expresar el malestar y aceptarlo a la vez que los muestres maneras de regular las emociones. Por ejemplo, puedes decir: «Cuando me enfado verbalizo que estoy en un momento difícil y me tomo un tiempo a solas, salgo a pasear, escucho música... y después intento resolver el problema que haya originado la emoción».
- Ayúdalos también a explorar maneras para regularse y reducir el malestar: haciendo actividades placientes como escuchar música, ver una película, hacer deporte, manualidades, cocinar, practicar técnicas de relajación, buscar apoyo social del entorno, etc.
- Puedes ayudarlo creando una lista de estrategias para manejar el malestar
Facilita que se comunique con su entorno social.
- Se trata de una tarea básica en el desarrollo de los adolescentes, que facilita que se abren en el mundo y que experimenten situaciones que los ayudarán a desarrollar sus habilidades de resiliencia.
Cuídate, intenta mantener la calma y dedícate tiempo de autocuidado personal.
- Para ser un refugio seguro para tu familia primero tienes que estar tan tranquilo o tranquila como sea posible.
- Esto implica mantener también un entorno estructurado para tú mismo o misma con hábitos saludables, reconocer, expresar y gestionar tus emociones, tener momentos por el ocio y descansar, mantener contacto social, tratar de ser amable con un mismo o misma y con los otros.
Reconoce su valor y que confías en él o ella, estimulando y apoyando:
- Es importante mostrarte con firmeza y poner límites, pero también que se sienta comprendido y que cuenta con tu apoyo incondicional.
- Muestra interés en su mundo.
- Promueve que esté motivado.
- Implícate con aquello que le preocupa.
- Valida sus experiencias y emociones.
- Observa sus habilidades.
- Ofrécele tu apoyo en su aprendizaje.
- Refuerza sus adelantos y logros.
Evita sobreprotegerlo.
- Acompáñalo en momentos de frustración y fracaso, pero no intentes evitarle.
- Esto no le brinda la oportunidad de hacer frente a situaciones que le permita desarrollar tolerancia a la frustración, autocontrol y gestión de conflictos.
Anímalo a lograr sus propias metas de vida.
- Es importante empezar a hacerlo/la partícipe de algunas decisiones sobre su vida, aunque tienen que ser consensuadas y a veces bajo supervisión. Incluso si son equivocadas.
Deja que tome sus propias decisiones.
- Es importante empezar a hacerlo/la partícipe de algunas decisiones sobre su vida, aunque tienen que ser consensuadas y a veces bajo supervisión. Incluso si son equivocadas.
No castigues sus equivocaciones.
- Dale espacio para que aprenda a gestionar sus errores y frustraciones. Es esta distancia de seguridad la que le permite ir adquiriendo la autogestión por la vida.
En todo ello, la mejor manera de ayudar a nuestros hijos y nuestras hijas durante la adolescencia es estar presentes, que encuentren un acompañamiento y apoyo incondicional sin juicios, pero a la vez, una crianza firme y con límites, siendo los adultos de referencia, sus padres y sus madres, grandes fuentes de ejemplo.