Los ingredientes para fomentar tu resiliencia
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 14/12/2023. Puedes ver el original en este enlace.
¿Recuerdas una situación difícil, incómoda o estresante que hayas vivido? ¿Cómo la viviste en aquel momento? Tener dificultades con los estudios, vivir la separación de los padres, enfadarse con un amigo o perder un familiar son experiencias complicadas que nos pueden causar un gran sufrimiento emocional. La capacidad de hacer frente a momentos difíciles o estresantes del día a día es lo que llamamos resiliencia. También es la capacidad de una persona para adaptarse a situaciones difíciles y persistir ante la adversidad o la capacidad de recuperación que la persona tiene después de un suceso muy doloroso.
Para que una persona pueda ser resiliente es necesario que desarrolle una serie de habilidades o capacidades que le permitirán tolerar mejor el malestar emocional y cuidar de su salud mental. De esta manera, en un futuro podrá afrontar de forma más saludable los retos y desafíos que la vida le ponga a su camino. ¿Sabes cómo puedes convertirte en una persona más resiliente? Del mismo modo que los músculos del cuerpo en el gimnasio, estas habilidades se pueden entrenar.
Habilidades que puedes entrenar para fomentar tu resiliencia
- Identificar y regular tus emociones.
Te sitúas en un partido o una competición deportiva. Tu equipo va perdiendo y a medida que avanza el juego te vas enfadando porque hacen faltas a tu equipo, hay juego sucio y vas aguantando hasta que al final explotas y sueltas lo que piensas de malas maneras a la persona que tienes delante, te expulsan del partido y después te arrepientes. ¿Has vivido alguna vez una situación similar? ¿De qué manera crees que podrías haber cambiado el desenlace?
Muchas veces nuestros pensamientos son impulsivos y no reflejan la realidad. Todas las emociones son correctas y las tienes que poder expresar, pero también tenemos que aprender a poder expresarlas y gestionarlas de una manera sana. Si somos conscientes de nuestros pensamientos y trabajamos para hacerlos más constructivos podemos mejorar nuestro bienestar.
Gestionar nuestros pensamientos, las emociones y la conducta nos permite estar menos estresados, controlar mejores los impulsos y estar motivados. Hacer ejercicios de respiración después de un momento de mucho estrés, dormir las horas que necesitas o comer de forma saludable te pueden ayudar a regular tus emociones. Una vez lo has puesto en práctica y hayas conseguido calmarte, puedes retomar aquello que te había puesto nervioso y darle una nueva oportunidad. Es probable que la manera de enfocar el problema o la situación cambie.
- Relacionarte de forma sana con los demás.
Has recibido un mensaje de WhatsApp de un amigo diciendo que no saldrá de fiesta contigo, tal como habíais quedado, y como que te ha disgustado que te deje sin plan a última hora, le has respondido enfadado. ¿Has pensado si le ha pasado algo para que no pueda venir? ¿Se te ocurre alguna otra manera de haber respondido? ¿Acostumbras a ponerte en el lugar del otro? Los seres humanos somos por naturaleza sociales y necesitamos conectar con los demás. Necesitamos relacionarnos de manera frecuente con otras personas y, además, queremos relaciones estables y duraderas. ¿A quién no le gusta sentir que formar parte de un grupo? Sentirnos comprendidos en las relaciones y que sean sanas nos genera bienestar emocional.
Tener relaciones sanas y de apoyo con amigos y compañeros implica colaborar con otros por el bien común, ser capaces de resolver conflictos sin pelearse y ofrecer, pedir o recibir ayuda cuando sea necesario. Para establecer y mantener buenas relaciones y amistades y para mejorar nuestras habilidades relacionales necesitamos tener en cuenta tres ingredientes básicos: la integridad, el cuidado y la simpatía. La integridad implica que en la relación haya honradez y honestidad y que sea de fiar, leal y de confianza. La cura se define con la empatía, no juzgar, tener buenas habilidades para escuchar, ser comprensivo y poner límites. La empatía, por ejemplo, nos ayuda a entender lo que la otra persona está sintiendo y nos permite actuar para poder ayudar a los demás. Las características de la simpatía incluyen la confianza en un mismo y la capacidad de tener sentido del humor.
- La capacidad de conectar con el momento presente.
Después de un día muy estresante en el instituto, estás en el transporte público, de camino a casa y te pones un podcast de meditación que te ayuda a relajarte. Practicar la meditación o el mindfulness nos ayuda a poner toda nuestra atención en el momento que estamos viviendo, en vez de que nuestra mente se disperse en pensamientos del pasado o del futuro. Esto te puede ayudar a conectar con tus emociones y tu cuerpo sin juzgarte, a reducir tu estrés y a la impulsividad a la hora de actuar o tomar decisiones.
- La sensación de que eres capaz de lograr con éxito lo que te propones.
Empiezas el curso en un nuevo instituto y te toca presentarte ante toda la clase. Hablar en público te da mucho miedo porque no conoces a nadie y no sabes qué pueden pensar de ti. La autoestima es la manera en qué tú mismo te valoras, te ves o te juzgas de forma positiva o negativa en función de tus pensamientos, sentimientos y las experiencias que has vivido. La autoeficacia es la sensación de sentirte capaz de hacer lo que sea necesario para conseguir los resultados que deseas. Creer que puedes conseguir lo que quieres es uno de los ingredientes más importantes, quizás el más importante, en la receta del éxito. No nos referimos a tener éxito en los estudios, sino en la vida en general, a plantearte metas, sentir que puedes lograrlas y ponerte manos a la obra para conseguirlas.
En otras palabras, la autoeficacia quiere decir que crees que tienes las capacidades necesarias para conseguir el éxito con una tarea determinada. Si tienes un alto nivel de autoeficacia, por ejemplo, abordarás los ejercicios y las tareas de clase como retos y harás un esfuerzo para lograr la meta, cosa que a menudo demuestra grandes ambiciones. En cambio, cuando no te sientes capaz, te crearás sus propias limitaciones que hacen que ni siquiera lo intentes, porque creerás que no serás capaz de conseguirlo.
- Comunicar sentimientos y necesidades de una manera efectiva y escuchar atentamente los demás.
Tu hermana o hermano y tú necesitáis hacer una tarea conjunta en casa y quieres decirle que se implique más sin perder la paciencia. Aprender a expresar nuestros pensamientos y necesidades de una manera clara, directa y respetuosa y escuchar atentamente los demás nos ayuda a que nuestra comunicación mejore. Lo puedes llevar a la práctica diciendo lo que piensas y sientes sin despreciar o hacer daño a otros, comunicarte con mentalidad abierta, honesta y directa, evitar atacar directamente alguien, ser consciente de tus palabras y de tu tono, respetar los demás y a la vez ser capaz de establecer tus propios límites. Esta habilidad te ayudará cuando quieres comunicarte con las otras personas de la manera que deseas que ellas se comuniquen contigo. También es útil cuando discutes con alguien sin perder la paciencia o para escuchar otra persona y ser amable.