¿Qué hacer si se detecta ciberbullying?
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 10/3/2022. Puedes ver el original en este enlace.
Entendemos como «detección de ciberbullying» el hecho de detectar un maltrato específico entre personas que tienen una relación originada en un entorno educativo y que se expresa a través de canales digitales. Más allá de las etiquetas, debemos partir de que no toda la violencia presente en la red es ciberbullying. Ahora bien, una violencia en la red siempre se considerará continuada en el tiempo por su accesibilidad de forma prolongada las 24 horas y, por tanto, siempre será una forma de maltrato. Ante un caso, lo que se debe analizar son los hechos, los roles, los canales y las violencias concretas del conflicto y acompañar aquellas situaciones en las que la percepción inicial pueda estar distorsionada, por ejemplo, alguna situación en la que quien denuncia estar en rol de víctima en realidad está actuando en rol de agresor o agresora.
La detección de un caso, como responsabilidad de todos y todas, puede originarse en la observación directa de la manifestación del problema en la red o por síntomas como cambios de conducta repentinos. Cuando esto ocurre, generalmente lo que vemos son indicadores de que algo no está bien. Ante una alerta, nuestra observación debe tener una intención de comprender, debemos fijarnos en variables como el autoconcepto, el estrés percibido, la actitud depresiva con emociones de tristeza como soledad o aburrimiento, la ansiedad social, el nivel de satisfacción con la vida y en cómo se está poniendo en juego la inteligencia emocional.
En esta observación, que tiene un tono diagnóstico, pueden ayudarnos herramientas que midan el clima y las relaciones tanto en el aula como en el entorno digital. Toda la información que podamos recabar nos ayudará a planificar una intervención que responda a las características y particularidades del caso concreto.
Herramientas para comprender el clima en el aula
Algunas herramientas para comprender estas alertas y que a la vez se convierten en ejemplos de buenas prácticas son B-resol (sistema anónimo de comunicación, atención y seguimiento de posibles casos) o Plataforma Òrbita (sociograma que permite disponer de un mapa de relaciones del grupo/clase y detectar dinámicas positivas y negativas). Ambos recursos cuentan con el certificado de buenas prácticas de PDA Bullying. Otras opciones pueden ser la aplicación de dinámicas y metodologías como los círculos de palabra o actividades vivenciales que generen espacios de reflexión y apertura con el alumnado, acciones que, en definitiva, buscan poder orientar la actuación comprendiendo no solamente el momento de las relaciones digitales, sino sobre todo lo que está pasando a nivel presencial.
Aprovechamos para compartir que, además, es muy importante no caer en un posible error: aplicar acciones preventivas cuando ya hay indicios de un posible caso, ya que puede ser contraproducente. Ante un caso, es momento de ser contundentes enfocándose en la respuesta.
Seguidamente, después de haber recogido la información que nos ayuda a comprender el posible caso de ciberbullying, otra idea que hay que tener en cuenta es que la responsabilidad de intervención del centro es máxima.
Aunque se dé en la red, lo que debe prevalecer es la afectación en la convivencia de los grupos, cuya resolución sí es responsabilidad del centro. Esta responsabilidad implica también a todos aquellos profesionales, servicios o equipamientos que apoyan durante alguna fase del protocolo, incluyendo a los que no forman parte del centro, sino que son parte del territorio (acción comunitaria).
Tener un protocolo de prevención, detección y actuación sobre el ciberbullying
Es evidente que hay que actuar siguiendo el protocolo establecido en el centro educativo, generalmente pautado según el territorio o el departamento de educación de zona; ahora bien, sea cual sea el origen de este protocolo, lo importante es que dé respuesta a tres grandes momentos: prevención, detección y actuación o intervención. Los centros deben poder adaptar estos protocolos de territorio a su realidad y procurar conectar las propuestas de acción con la realidad de la comunidad educativa que acompaña y la preparación de los profesionales, todo ello, teniendo en cuenta que, si no se puede dar respuesta desde el propio bagaje, siempre se puede pedir ayuda a agentes externos.
Hemos podido comprobar que en algunos centros sí se dispone de un protocolo específico en relación con el ciberbullying, a menudo asociado a guías o recursos didácticos para la prevención, pero, en general, suele contemplarse como una especie de acoso más, o simplemente como un apartado dedicado al canal o entorno digital. Creemos que estos materiales y estas guías que aportan recursos específicos para la respuesta al ciberbullying han quedado bastante desfasados (las referencias más relevantes son de 2010 y 2014), y más en un entorno tan cambiante como éste en el que hace unos años la mayor parte de los jóvenes estaban en Facebook y Tuenti y ahora están en Instagram y TikTok, en el que se ponen de moda herramientas de comunicación instantánea como Snapchat y en pocos meses caen al olvido o surgen de nuevas, etc. Estamos ante un reto que nos plantea una clara necesidad de revisión y actualización de contenidos y propuestas específicas para el ámbito digital que, además, se mantengan de forma continua en el tiempo; no puede ser algo estático o una revisión puntual.
Con la intención de poder evolucionar el abordaje digital de los centros, un elemento clave que se está implantando en los centros es el Plan Digital de Centro o EDC (Estratégia Digital de Centro, en Catalunya), una recopilación de todas las acciones que se realizan en un centro educativo para conseguir la máxima competencia digital de la comunidad educativa. En este trabajo, además, son clave las estrategias que asocian las competencias socioemocionales con el ámbito digital, puesto que se dan particularidades sobre la identidad digital, la forma de comunicarse e interactuar en la red, la dependencia de los likes, la inmediatez de los mensajes y la impulsividad propia de los menores a la hora de escribir o reaccionar a determinados estímulos, la sobreexposición, la hipersexualización, los mensajes de odio y los haters, la normalización de la violencia, la despersonalización, el anonimato, el sentido de la amistad en línea en relación con los seguidores en las redes sociales, la proliferación de rumores, la suplantación de identidad, la presión que genera tener que estar presente y activo en todo momento, y un largo etcétera, que hacen más que necesario trabajar para un desarrollo de competencias personales que acompañe a saber cómo vivir, no solamente a saber cómo relacionarse en Internet.
En definitiva, es necesario incidir en el trabajo preventivo con niños y jóvenes con una estrategia compartida que aborde, por ejemplo, directamente el autoconcepto y la autoestima de los y las menores o la formación en educación emocional y la alfabetización mediática de estos menores y también de las familias y los educadores y educadoras.
¿Qué pueden hacer las familias cuando detectan el ciberbullying?
En el caso de las familias, percibimos que generalmente se encuentran bastante perdidas, y más cuando se encuentran con un caso de ciberbullying en el que existe una viralización de las consecuencias. Cuando nos preguntan, quieren saber lo que pueden hacer. Algunas optan directamente por denunciar, otras quieren recursos para activar el centro educativo cuando encuentran que no reciben la respuesta que necesitan al problema, y otras se centran en procurar el bienestar de su hijo o hija en rol de víctima.
En cuanto a las medidas legales, en caso de decidir denunciar, aparte de poder dirigirse a cualquier comisaría, también se puede utilizar la App Alertcops (Policía y Guardia Civil). En Cataluña, cuando la situación requiere una respuesta urgente a través de las fuerzas de seguridad, también puede ponerse en conocimiento de la policía a través de los Mossos d'Esquadra o bien por teléfono al 112, para temas urgentes. Si se opta por denunciar, que generalmente no debería ser la primera opción, es importante tener presente que es necesario disponer de pruebas con validez jurídica:
- Informes periciales médicos sobre el estado de la persona en rol de víctima
- Copias de correos electrónicos recibidos
- Grabaciones de conversaciones tanto en audio como en vídeo
- Fotografías
- Capturas de pantalla de WhatsApp o de otras aplicaciones de mensajería instantánea
- Testimonio de otros compañeros o compañeras del centro educativo, profesorado, familiares, etc.
Algunas aplicaciones como DAS Ciberbullying (Proof Up) ayudan a este propósito.
La línea de ayuda y denuncia oficial de los Ministerios de Educación y Cultura es el teléfono contra el acoso escolar: 900 018 018. Si el caso tiene implicaciones a través de internet (ciberbullying), también pueden dirigirse a la línea de ayuda en ciberseguridad de IS4K - Internet Segura For Kids- (Tel. 017) gestionada por el INCIBE (Instituto Nacional de Ciberseguridad). En el ámbito deportivo (que también se convierte en educativo), disponen del teléfono contra la violencia en el deporte, gestionado a nivel estatal por WATS Team, con el apoyo de Euskaltel (Tel. +34 688 65 50 99).
En Cataluña, se propone realizar esta comunicación con la administración competente (dar a conocer posibles casos en las escuelas) a través de la aplicación UsApps (dirigida sobre todo al alumnado pero también a familias y comunidad educativa) o mediante el teléfono 116 111 Infancia responde de la Dirección General de Atención a la Infancia y Adolescencia (DGAIA).
Es cierto que las redes sociales disponen de sus propios sistemas de denuncia y retirada de contenidos ofensivos. Sin embargo, si fuera necesario retirar de internet algún contenido sensible relacionado con el caso, también se puede solicitar a través del Canal prioritario de retirada de contenidos sensibles de la AEPD (Agencia Española de Protección de Datos).
De cara a activar el centro educativo, muchas familias se quejan de que no se sienten escuchadas o de que no obtienen respuesta de la dirección con lo necesario para resolver el caso. Esto puede deberse a que el centro no siempre tiene los recursos suficientes y, por tanto, también necesitan ayuda. Es necesario poder conectarlos a entidades referentes que puedan ofrecer apoyo externo a la hora de intervenir en la resolución de casos. Desde la Plataforma colaborativa PDA Bullying tratamos de aportar este acompañamiento institucional, sabemos cómo ayudarles y tenemos herramientas para que puedan hacerlo mejor. En definitiva, no se trata de que no haya ciberbullying, se trata de que, si lo hay, seamos capaces de dar respuesta.
El hecho de que no se active el protocolo en muchas ocasiones se debe a errores a la hora de tipificar un posible caso, concretamente, en la definición de las necesidades educativas y el plan de trabajo.
El centro debe ser consciente de que, aunque no se tipifique como bullying o ciberbullying, debe intervenir en cualquier tipo de violencia o maltrato. Para forzar esta activación se puede acudir a la Inspección Educativa, al Defensor del pueblo o al Síndic de greuges, según cada territorio.
Por las comunicaciones que recibimos, confirmamos que a menudo el interés se da más desde la familia del rol de víctima; raramente nos encontramos con que se movilicen familias con hijos o hijas en rol de espectador o de agresor.
Quizás no acabamos de ver que el ciberbullying también es un problema que afecta a todo el grupo. Si lo viéramos así, las familias quizás se implicarían mucho más en el bienestar grupal siendo más proactivas al respecto.
Una respuesta a la convivencia de todos desde las etapas tempranas haría que estas cuestiones acabaran siendo menos reactivas cuando ya se encuentran en edad adolescente y han desarrollado hábitos de uso y consumo digitales inadecuados. Esta mirada de cuidado del bienestar de todos es un trabajo de cultura de centros que debería incentivarse desde la comunidad educativa.
De hecho, una forma de procurar una mirada que empodere a todo el mundo hacia la resolución de este tipo de maltrato entre iguales son las formaciones, las cuales, gracias a los formatos en línea surgidos sobre todo a partir de la pandemia y que parece que han llegado para quedarse, ahora se convierten en una herramienta que puede impulsar esta mirada colaborativa. Las acciones formativas presenciales con familias no acababan de funcionar por falta de asistencia; en cambio, en modalidad en línea la receptividad y respuesta está siendo mayor, ya que ofrecen más flexibilidad, la comodidad del acceso remoto y se adaptan mejor a los horarios. Lo que echamos de menos, el reto, sigue siendo una oferta formativa más continuada, no sólo acciones puntuales.
Promover la reflexión
Más allá de la respuesta que se dé desde el centro, es importante que las familias también hagan acciones para estar fuertes, sanas y en paz con el proceso (un momento en el que existe violencia, un maltrato). Una familia que está inmersa en un caso de violencia necesita ayuda (¿quién no la necesitaría?), no debe olvidarse que lo importante es cuidar la salud mental y emocional para afrontar momentos de vulnerabilidad como estos, por ejemplo, mediante espacios con algún profesional de la psicología o una persona referente (educador o familia). La idea es poder compartir y definir objetivos personales, no se trata solo de lo que hacen los demás, también de cómo uno mismo está mejor, lo más en paz y lo más fuerte posible para seguir creciendo feliz. Cada vez se habla más de conceptos como la felicidad o el bienestar digital. De hecho, existen comunidades de afectados, como Feliz sin Bullying, que ayudan a superarlo desde el desarrollo personal, el trabajo de la autoestima y la educación emocional.
No olvidemos que los principales afectados son los menores y que nuestra responsabilidad, como adultos, es poder ayudarles a salir del rol disfuncional en el que se encuentran, así como conseguir un compromiso de no repetición. Huir de la perpetuación de los roles empoderando a los jóvenes a decidir qué rol quieren desempeñar y no situarse en el rol que les han hecho desempeñar. A quienes han situado en rol de víctima, a no caer en la revictimización, o pasar a desempeñar el rol de agresor como defensa. Pero también a quien desempeña el rol de agresor, tratando de comprender sus motivaciones, el origen del problema que deriva en esta rabia, frustración o agresividad mal gestionada, para que no sea una excusa para identificarlo con las conductas violentas, sino por el contrario, para ayudarle a abordar su dolor (no criminalizarlo promoviendo una reflexión sobre su conducta).
El ciberbullying normalmente trata de una dinámica grupal en la que interviene más de una persona en rol de acosadora y se va expandiendo por contagio social. En internet se está generalizando y normalizando el hecho de divertirse a expensas del dolor del otro. La violencia mediática como fuente de diversión y búsqueda del placer al observarla. La solución pasa por abordarlo y trabajarlo como grupo (activando al alumnado que se encuentra en rol de espectador), por procurar una buena convivencia, también digital, deteniendo la violencia y ayudando a proteger a todos los implicados. Es necesario promover estrategias de resolución como las técnicas restaurativas, pero aplicadas de forma efectiva; no vale un «perdón forzado», debe ser un «perdón real y sentido», que ayude a reparar el dolor y restaurar el bienestar sanando heridas emocionales, contemplando las particularidades del ámbito digital, en las que el grado de exposición es mucho mayor y en el que cualquier acción tiene el riesgo de ser magnificada por el efecto altavoz de la red. Unas palabras reconfortantes y de ánimo pueden ayudar mucho y ser parte de ese contagio social al que nos referíamos, apoyar el bienestar. Las interacciones con el resto de los usuarios forman parte de la identidad digital y, por tanto, este proceso también pasa por reconstruirla, gracias al autoconocimiento del yo digital y la gestión de las emociones que nos genera esta interacción con el resto en la red. Conocer las herramientas y funcionalidades disponibles para cuidar nuestra privacidad y gestión de los comentarios, bloqueo de perfiles, etc.