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Factores que favorecen la soledad no deseada en jóvenes

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Soledad juvenil

Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 16/2/2024. Puedes ver el original en este enlace.

Que la soledad no deseada está cada vez más presente no es nada nuevo. Es un tema que preocupa, que crece y que afecta especialmente a dos colectivos, la juventud y las personas mayores.  El Observatorio Estatal de Soledad no Deseada ha publicado un extenso estudio para entender mejor cual es la situación actual sobre la soledad no deseada entre los jóvenes, qué aspectos socioeconómicos, personales, educativos o laborales impactan en la aparición de este sentimiento y qué medidas se pueden poner en marcha para revertir esta situación.

El estudio ha encuestado a 1.800 personas de entre 16 y 29 años, permitiéndoles tener una radiografía muy detallada. En cuanto a la prevalencia, las conclusiones arrojan que una de cada cuatro personas jóvenes en España se siente sola, con más intensidad entre los 21 y 26 años, y especialmente las mujeres. No se trata de un fenómeno puntual puesto que cerca de la mitad de los jóvenes que se sienten solos actualmente llevan sintiéndose solos desde hace más de tres años (45,7%).

La soledad es una percepción subjetiva de la persona, relacionada con un desajuste entre la cantidad y calidad de relaciones sociales que tiene la persona y las que le gustaría tener. A esta percepción se le puede sumar el aislamiento social que es un estado objetivo, que no depende de la percepción personal y tiene que ver con la ausencia de red de apoyos de la persona. La soledad juvenil es un fenómeno multicausal en la que influyen una variabilidad de aspectos considerable que pueden favorecerla.

¿Cuáles son los factores que favorecen la soledad no deseada en jóvenes?

La cantidad y calidad de relaciones sociales es un factor determinante para explicar la soledad no deseada entre la juventud, especialmente la relacionada con las amistades. Tener menos relaciones con amistades de las deseadas es un factor significativo, que aumenta la probabilidad de sufrir soledad no deseada más

que ningún otro, en 4,7 veces. En cambio, la cantidad de relaciones con la familia no es un factor significativo de soledad, pero sí su calidad, al igual que la calidad de la amistad. No se trata tanto tener personas a quién acudir puesto que la inmensa mayoría (90,1%) de las personas que se sienten solas pueden recurrir a una persona en caso de problemas, porcentaje no muy inferior al de las personas que no se sienten solas (97,2%)

Sin embargo, el estudio pone de manifiesto que la cantidad y calidad de las relaciones sociales no es el único que nos explica el porqué de este fenómeno.

Vamos a ver qué otros factores influyen:

Saber comunicar a los demás lo que se siente o necesita.

Los mismos jóvenes consideran que las habilidades sociales y la confianza en los demás son relevantes. Sin embargo, estas dificultades sociales muchas veces están relacionados con episodios traumáticos que minan la confianza hacia el otro, como el acoso escolar o laboral. El porcentaje de personas que han sufrido acoso escolar o laboral alguna vez en su vida es casi el doble entre jóvenes que sufren soledad no deseada (un 58,1% ha sufrido acoso) que entre jóvenes que no la sufren (un 32,1% ha sufrido acoso).

Vivir en una sociedad digital.

El mundo digital ha cambiado la forma de relacionarse de la sociedad, especialmente de las generaciones más jóvenes. Aunque el estudio determina que no se permite apreciar una diferencia entre la frecuencia en el uso de las redes sociales y la soledad no deseada, sí apunta que las relaciones presenciales son más frecuentes entre jóvenes que no sufren soledad (un 79,8%) que entre jóvenes que si la sufren (55,9%) y que los jóvenes que tienen relaciones con amistades principalmente online o a distancia tienen una probabilidad 2 veces mayor de sufrir soledad no deseada. Así que la presencialidad toma protagonismo como factor protector.

Nivel educativo y posición social.

Los factores interseccionales impactan directamente en la salud de la mental de las personas. En el caso de la soledad no deseada, los datos recogidos también reflejan la importancia de estos factores estructurales y personales.

A nivel educativo, la juventud con educación universitaria experimenta los niveles más bajos de soledad. Se observa que haber repetido curso alguna vez sí muestra una relación con la soledad no deseada: la juventud que ha repetido curso alguna vez sufre una prevalencia de soledad no deseada 10 puntos superior a la que no ha repetido (31,0% frente a 21,3%). También se observa una relación con el abandono escolar temprano y con el rendimiento académico bajo. No obstante, el análisis multivariante del estudio muestra que el rendimiento escolar no es significativo para explicar la soledad.

A nivel laboral, el estudio muestra que las personas en desempleo tienen mayor posibilidad de sufrir soledad no deseada, cinco puntos por encima de las personas que estudian o trabajan.

Pero donde se encuentra la relación fuerte es con la pobreza: la prevalencia de soledad no deseada en jóvenes de hogares con dificultades económicas es casi el doble que entre jóvenes de hogares que llegan con facilidad a fin de mes (36% frente a 19,4%). De hecho, el análisis multivariante considera significativa la relación entre la pobreza y la soledad.

La vivienda. El estudio no ve relación entre la emancipación y la soledad puesto que hay pocas diferencias entre jóvenes emancipados de los que no, aunque los que viven en familia sufren una tasa de soledad menor. El hábitat tiene su influencia en la percepción de soledad, siendo los jóvenes que residen en municipios de tamaño medio (entre 20 mil y 100 mil habitantes) los que alcanzan mayor prevalencia (un 29,8%) en relación a los jóvenes de grandes núcleos urbanos de más de 100 mil habitantes (un 27,9%).

La salud. Los jóvenes que sufren de soledad no deseada manifiestan una autopercepción de su estado de salud peor que los que no la sufren. Entre la juventud que padece soledad, algo más de la mitad (52,4%) valora su estado de salud como muy malo, malo o regular, frente a un 21,9% entre la juventud que no sufre soledad. Los jóvenes que, además tienen algún problema de salud mental, se sienten aún más solos.

Las personas con problemas de salud mental percibida o diagnosticada tienen una probabilidad 2,5 veces mayor de sufrir soledad no deseada y las personas que perciben que sufren ansiedad o depresión un 89,2% más.

La soledad no deseada se asocia también a problemas de ansiedad o depresión, además de impactar fuertemente en la autoestima de la persona. La soledad no deseada también está relacionada con una mayor prevalencia de pensamientos y conductas autolesivas, que son entre 2,5 y 3 veces más frecuentes entre la juventud que sufre soledad no deseada que entre la que no. Los pensamientos suicidas alcanzan a la mitad de la juventud (50,5%) que se siente sola.

La discriminación. Algunos colectivos jóvenes son especialmente vulnerables a sufrir estigma y discriminación, un factor que impacta en la prevalencia de la soledad no deseada. Sucede así con las personas jóvenes con discapacidad -más de la mitad de la juventud (54,2%) con discapacidad sufre soledad no deseada – los jóvenes del colectivo LGTBI+ - con una prevalencia casi el doble que entre jóvenes heterosexuales (39,7% frente a 22,7%); o las personas nacidas en el extranjero o cuyos padres o madres han nacido en el extranjero, con una prevalencia un 41% superior a la de los jóvenes nacidos en España.

Mònica Fidelis Pérez de Tudela