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El ciberbullying ha crecido con la pandemia

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Estudio ciberbullying

Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 3/3/2022. Puedes ver el original en este enlace.

Insultos, motes, empujones, collejas, golpes, patadas, aislamiento, robo, rotura de pertenencias, humillaciones, burlas, acoso sexual, amenazas, intimidación. Podríamos seguir con una larga lista de maneras en las que los niños y adolescentes se agreden entre ellos, física o psicológicamente. Unas violencias que se producen de forma presencial pero también en entornos digitales, con otras formas, con otras normas y con el añadido de convertirse en una agresión de potencial 24/7, 24 horas al día, los 7 días de la semana.

Según datos de la Asociación NACE (Asociación No al Acoso Escolar), uno de cada cinco niños escolarizados sufre bullying en España y solo el 15% de las víctimas se atreven a contarlo a familiares o profesores.

El ciberacoso o ciberbullying emergió hace tiempo, tanto como años hace que los dispositivos digitales personales llegaron a nuestras vidas. La pandemia de la COVID-19 ha supuesto un impulso para este tipo de acoso entre iguales que se alimenta de la falta de empatía social que conlleva actuar desde el anonimato y mantener un rol de observador. Un mundo, el digital, en el que parece que todo vale. En el que se traslada el acoso a la esfera pública por la gran capacidad de difusión de mensajes e imágenes a través de Internet, redes sociales, aplicaciones de mensajería o plataformas de videojuegos.

Con la pandemia llegaron meses de confinamiento y, por tanto, de menor presencialidad escolar y más relación social a través de dispositivos móviles. Para tomar la temperatura de este fenómeno en España y cómo ha cambiado a raíz de la pandemia, veamos los datos proporcionados por el III Informe de Prevención del Acoso Escolar en Centros Educativos en Tiempos de Pandemia 2020 y 2021, de la Fundación ANAR.

Este estudio, que recaba los datos a través de más de 10.000 cuestionarios a alumnos y profesores de diferentes Comunidades Autónomas, ha detectado un descenso en la percepción sobre si hay compañeros en clase que sufren bullying pasando de un 34,1% en 2019 a un 15,2% en 2021-2021. Un cambio que la entidad relaciona con el trabajo de concienciación realizado en el entorno escolar.

A pesar de este descenso, es destacable el aumento de las agresiones en grupo, suponiendo el 72,4% de los casos de acoso escolar detectados en 2020-2021 frente al 43 % detectado en los años anteriores.

Respecto a los casos de ciberbullying, un 24% de los niños y niñas y adolescentes encuestados afirma conocer compañeros de clase que podrían haberlo sufrido a través de canales como WhatsApp (53,9% de los casos), Instagram (44,4%), TikTok (38,5%) o videojuegos (37,7%).

Los tipos de agresión más frecuentes son los insultos, motes o burlas (un 86,3%), seguido de la difusión de rumores, que ha aumentado significativamente en 2020-2021 pasando de un 11%, en 2018-2019, a un 46,9% en 2020-2021. Cabe destacar así mismo el aumento de violencias relacionadas directamente con el ciberbullying, como el acoso en redes sociales, que ha pasado de un 0,2% a un 22,6% y hacer fotos y vídeos, categoría que antes no se reflejada y que entra en la lista con un 15,4%.

Los motivos más comunes por los que se producen estas agresiones son el aspecto físico (52,5%), por ser diferente (46,4%), por las cosas que hace o dice (39,1%), por sus gustos (30,4%), por ser de otro país, cultura, raza o religión (26,2%), por ser nuevo (20,1%), por su orientación sexual (15,2%) o por tener mucho o poco dinero (14,2%).

Solucionar los casos de acoso escolar

Una de las cuestiones más complejas analizadas por el estudio es el hecho de que los alumnos y alumnas aseguren que casi de la mitad de los casos de acoso escolar permanezcan sin solución, una percepción que puede ser síntoma de diversos factores: el miedo o la vergüenza, encontrar espacios seguros o personas de confianza a quien acudir, que se subestiman situaciones de acoso o que los protocolos de actuación en los centros educativos no estén suficientemente integrados. En el caso del ciberbullying, además, se suma la concepción errónea de que cómo se trata de algo que pasa en el entorno digital, no tiene relación con la escuela, pero no es así cuando tiene su origen en un entorno educativo (formal o informal). Según la opinión de los alumnos solo el 52,2% fueron resueltos y un 83% cree que el colegio hizo algo por resolver la situación.

Los alumnos preguntados indicaron que la forma más eficaz de resolver el acoso escolar es avisando a profesor o profesora. Mientras que más de la mitad de los docentes, un 51%, reconoce la falta de recursos y formación entre el personal docente como barrera a la hora de intervenir en situaciones de acoso escolar. Los profesores expresan en este estudio que para ellos tiene más sentido el trabajo con el alumnado en el respeto a las diferencias y el diálogo junto con el trabajo de padres y madres en la educación en valores para la prevención, más que acciones punitivas.

Trabajar la educación emocional en el entorno digital es un territorio común en la comunidad educativa. Los propios alumnos reconocen en un 21,8% haber podido participar en un caso de acoso sin ser consciente y el 96,4% afirma que no lo haría en el caso de darse cuenta. El informe pone de manifiesto el avance por parte de los alumnos en la identificación de formas de agresión, así como los motivos más frecuentes.

Mònica Fidelis Pérez de Tudela