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La ansiedad en la infancia y la adolescencia

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ansiedad infantil

Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 25/4/2022. Puedes ver el original en este enlace.

La infancia y la adolescencia son las etapas del ciclo vital en las que se experimentan a gran velocidad la mayor parte de los cambios que sufre el ser humano a lo largo de su trayectoria vital, lo que las convierten en un periodo de gran vulnerabilidad en relación a la salud y la enfermedad.

Los trastornos de ansiedad son los problemas de salud mental más prevalentes que sufren los adolescentes hoy en día y a menudo no son detectados en este colectivo. Este hecho es especialmente preocupante dado que sabemos que, de no ser detectados y tratados a tiempo, los trastornos de ansiedad en la adolescencia pueden persistir en la etapa adulta en formas más severas. Actualmente disponemos de numerosos datos procedentes de estudios científicos que avalan la eficacia de varias intervenciones psicológicas, basadas en la evidencia.

 

Todas las personas tenemos ansiedad. De hecho, la ansiedad es normal y saludable. La respuesta de ansiedad como reacción defensiva instintiva ante un peligro ejerce una función protectora en las diferentes especies y ha protegido a la humanidad durante miles de años. Todos los niños experimentan ansiedad. La ansiedad, incluso, es esperada en momentos específicos del desarrollo. Por ejemplo, desde aproximadamente los ocho meses hasta los años preescolares, los niños pueden manifestar angustia intensa en momentos de separación de sus padres o cuidadores principales. Pueden tener miedo a situaciones u objetos específicos como las tormentas, animales o desconocidos. Es lo que se conoce como miedos evolutivos.

Los miedos evolutivos se convierten en problemáticos si no desaparecen con el tiempo o si son tan intensos que interfieren en el funcionamiento cotidiano del niño, causando un sufrimiento muy significativo.

Evolución de los miedos más frecuentes con la edad (Méndez,1999)
Edad Miedos
0 a 2 años
  • Pérdida brusca de la base de apoyo, ruidos fuertes, extraños, separación de los padres, heridas animales, oscuridad.
3 a 5 años
  • Disminuye: pérdida del apoyo, desconocidos.
  • Se mantienen: ruidos fuertes, separación, animales, oscuridad.
  • Aumenta: daño físico, personas disfrazadas.
6 a 8 años
  • Disminuye: ruidos fuertes, personas disfrazadas.
  • Se mantienen: separación, animales, oscuridad, daño físico.
  • Aumenta: escuela (exámenes, miedo a suspender), aspecto físico, relaciones sociales, muerte.
9 a 12 años
  • Disminuye: separación, oscuridad, seres imaginarios.
  • Se mantienen: animales, daño físico, tormenta.
  • Aumenta: escuela (exámenes, miedo a suspender), aspecto físico, relaciones sociales, muerte.
13 a 18 años
  • Disminuye: tormentas.
  • Se mantienen: animales, daño físico.
  • Aumenta: escuela, aspecto físico, relaciones sociales, muerte. 

En la ansiedad patológica (problemática) aparece una tendencia a focalizar la atención de manera desproporcionada a estímulos amenazantes y manifestar respuestas de miedo condicionadas, generalizadas e indiscriminadas ante estímulos tanto amenazantes como seguros. Así, los trastornos de ansiedad aparecen cuando nuestra respuesta de ansiedad es tan intensa que nuestras estrategias de afrontamiento no son lo suficientemente eficaces para hacerle frente y poder adaptarse de manera adecuada a la situación.

Diferenciar la ansiedad normal de la ansiedad problemática y patológica

Hay autores que distinguen cuatro aspectos que nos pueden ayudar a diferenciar la ansiedad normal de la ansiedad problemática y patológica:

  • Intensidad, frecuencia y duración de la ansiedad.
  • Proporción entre la gravedad objetiva de la situación y la intensidad de la respuesta de ansiedad.
  • Grado de sufrimiento que produce en la persona.
  • Grado de interferencia negativa en la vida cotidiana del adolescente (funcionamiento académico, relaciones sociales y familiares, actividades ocio).

De los trastornos psiquiátricos, la ansiedad es uno de los diagnósticos mentales más comunes en todo el mundo: los estudios de prevalencia en población de Estados Unidos muestran que un 32 % de los adolescentes de entre trece y dieciocho años sufren algún problema de ansiedad, y entre un 5 a un 18 % de ellos presentan algún trastorno de ansiedad. Por lo tanto, la ansiedad es un problema mucho más frecuente que otros trastornos mentales en la adolescencia.

 

Además, son el grupo de trastornos que aparecen de manera más temprana en comparación con otros trastornos que típicamente presentan los adolescentes, con un inicio promedio alrededor de la pubertad. Todos los trastornos de ansiedad son más frecuentes en chicas que en chicos: por cada chico, encontramos aproximadamente dos chicas que padecen ansiedad. Esta diferencia aparece ya de manera muy temprana, alrededor de los cinco años de edad.

De los diferentes trastornos de ansiedad, el National Comorbidity Study-Adolescente Supplement de Estados Unidos (NCS-A, 2010), detectó las siguientes prevalencias:

  • 2,2 % para el trastorno de ansiedad generalizada (TAG)
  • 2,3 % para el trastorno de pánico
  • 2,4 % para la agorafobia
  • 5 % para el trastorno de estrés post traumático (TEPT)
  • 7,6 % para el trastorno de ansiedad por separación (TAS)
  • 9,1 % para la fobia social (FS)
  • 19,3 % para las fobias específicas

En estudios recientes también se ha detectado un incremento de los casos con trastorno de estrés postraumático, fobia social y trastorno de ansiedad generalizada. En el estudio del NCS-A se detectó que un 8,3 % de los adolescentes presentan un trastorno de ansiedad de intensidad severa, la mayoría de los cuales debido a la presencia de agorafobia y TEPT.

A pesar de estos datos, la proporción de jóvenes que reciben tratamiento para un trastorno de ansiedad prácticamente no llega ni al 20 %. Este hecho es alarmante sobre todo teniendo en cuenta, por un lado, que en la actualidad disponemos de datos que avalan la eficacia de intervenciones basadas en la evidencia para el manejo de los trastornos de ansiedad en estas edades y, por otra, debido a que, no detectar ni intervenir en los trastornos de ansiedad en estas etapas, se asocia a persistencia de las dificultades y malestar creciente en la etapa adulta.

La ansiedad en los niños y adolescentes les causa malestar en diferentes ámbitos, con interferencia en las relaciones familiares y entre iguales. Además, impacta negativamente en la calidad de vida, repercutiendo en una baja autoestima y en una disminución del rendimiento académico.

Por lo tanto, detectar de forma precoz las señales de alarma de los problemas de ansiedad en una etapa de elevada vulnerabilidad como la adolescencia puede ayudar a prevenir y mejorar la salud y la calidad de vida de los jóvenes, y a prevenir dificultades en la etapa adulta.

Este es un artículo original de la Escola de Salut de l'Hospital Sant Joan de Déu Barcelona, del 12º Informe FAROS «Una mirada a la salud mental de los adolescentes - Claves para comprenderlos y acompañarlos».

Área de Salud Mental. Hospital Sant Joan de Déu Barcelona