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¿Por qué los adolescentes son intensos emocionalmente?

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Grupo de adolescentes divirtiéndose en la calle

Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 20/9/2023. Puedes ver el original en este enlace.

Si hay una manera recurrente de describir la adolescencia en el imaginario colectivo es como una etapa de cóctel hormonal que dispara las emociones de los chicos y chicas al máximo. Quizás incluso alguna vez has usado la expresión «es que está en la edad del pavo». Tienes que saber que más allá de la influencia de las hormonas, en esta etapa evolutiva se producen cambios a nivel biológico, psicológico y social, lo cual explica por qué los adolescentes piensan, sienten y actúan de manera diferente a los adultos y por qué a menudo se pueden ver desbordados por las emociones. 
 
El desarrollo físico más significativo de la adolescencia se conoce como pubertad, tiene lugar entre los 10 y 14 años y normalmente se inicia antes en las chicas que en los chicos. Durante este periodo, los chicos y las chicas experimentan unos cambios físicos que tienen impacto también a nivel emocional. La pubertad se produce gracias a las hormonas, y por eso durante la adolescencia tiene lugar el crecimiento físico y la maduración sexual gracias a la activación de las glándulas hormonales –gónadas, suprarrenales y tiroides. A los chicos les crecen los testículos, les aparece el vello púbico y en axilas y les cambia la voz a causa del alargamiento de la laringe. A las chicas se les desarrolla el pecho, les aparece el vello púbico, tiene lugar la primera menstruación y les crecen las caderas. 
 
Para que los adolescentes puedan aceptar estos cambios físicos de la pubertad y vivirlos de manera positiva, los adultos pueden acompañarlos con información sobre los cambios que irán sucediendo para que lo tomen como un proceso natural y no les genere tanto desconcierto y confusión. Para transitar esta etapa lo mejor posible, es crucial que los adolescentes reciban apoyo tanto de adultos como de otros chicos y chicas, que en el entorno no se hagan mofas o comentarios en relación a los cambios que se van produciendo, y que reconozca y valide la experiencia emocional que viven el adolescente como consecuencia de los cambios físicos. Finalmente, también es recomendable que los adultos fomenten la capacidad de afrontar los cambios y situaciones difíciles del día a día en los adolescentes. 

Para transitar esta etapa lo mejor posible, es crucial que los adolescentes reciban apoyo tanto de adultos como de otros chicos y chicas

Es importante destacar, que los adolescentes no solamente tienen las hormonas disparadas. Será clave tener en cuenta los cambios en el funcionamiento y la estructura cerebral para entender sus pensamientos, emociones y conductas. Durante la adolescencia, nuestra mente cambia en cuanto a la manera de pensar, de recordar, de relacionarse y de centrar la atención. Esto se produce porque el cerebro del adolescente todavía está en construcción y el incremento de la intensidad emocional, tiene que ver principalmente con este proceso. La estructura cerebral encargada de las emociones (sistema límbico) está en su maduración máxima, pero la estructura encargada de la regulación de esas emociones (corteza prefrontal) todavía no. Es más, su maduración máxima se puede producir entre los 22 y los 25 años.

Además, la hiperactivación hormonal también afecta la maduración cerebral. En concreto, se ha demostrado científicamente que las hormonas femeninas estimulan una maduración precoz de regiones frontales del cerebro que son las encargadas de la regulación emocional, la planificación y una menor impulsividad, y las hormonas masculinas estimulan el desarrollo de regiones parietales que están relacionadas con procesamiento visual y espacial.

Experimentar una mayor intensidad emocional en la adolescencia permite sentir más entusiasmo por la vida y poner todo el empeño y creatividad en aquello que nos motive.

Todos estos cambios cerebrales, junto con las hormonales explican una serie de características propias de la etapa de la adolescencia, entre ellos, el incremento de la intensidad emocional. En conjunto, todo esto hace que se produzca una mayor fluctuación emocional y una tendencia a experimentar más intensamente las emociones. Esta mayor intensidad emocional no es algo bueno o malo per se. Por un lado, permite que los adolescentes sientan más entusiasmo por la vida, pongan todo su empeño y creatividad en aquello que les motiva, y nos contagien de esa pasión que muchas veces les caracteriza; aunque a la vez puede llevar a reacciones emocionales «descontroladas» y una tendencia a responder de forma más impulsiva. Son las dos caras de la misma moneda.  

Estrategias para que los adultos les puedan ayudar

Cuando los adultos entran en lucha contra algunas de las características de pensamiento, emoción y comportamiento de la adolescencia, es contraproducente y no acaba funcionando. Es mejor intentar validarreconocer sus necesidades y acompañar, con el objetivo de ir canalizándolos y dotándolos de habilidades que incrementen el autocontrol, la reflexión, la planificación, la regulación emocional y las estrategias de resolución de conflictos.

Haciendo esto, generamos la activación de esas redes de la corteza prefrontal, lo que llevará a una más temprana y mejor maduración de esa estructura cerebral que está en construcción, y por tanto, les dotará de una mayor regulación emocional e inhibición de los impulsos. Es de vital importancia que los adultos de referencia aprovechen la ventana de oportunidades que brinda la adolescencia para guiar a los adolescentes en esta transición y dotarlos de herramientas para gestionar mejor la vida adulta.

Es de vital importancia que los adultos de referencia aprovechen la ventana de oportunidades que brinda la adolescencia para guiar a los adolescentes en esta transición y dotarlos de herramientas para gestionar mejor la vida adulta.

Algunas claves para poder acompañar en la adolescencia con el objetivo de estimular la maduración y ayudarlos en el crecimiento personal son:  

  • Enseñar a identificar situaciones de riesgo.  
  • Mostrar interés genuino por sus aficiones, actividades, motivaciones y preocupaciones.  
  • Ayudarlos a identificar sus propias emociones y las de los otros.  
  • Reconocer y validar sus emociones. Es importante prestar atención a sus estados emocionales y validar sus emociones, por exageradas que puedan parecer. 
  •  Acompañar en la toma de decisiones, y a la vez respetar las decisiones que tomen, a pesar de que en ocasiones podamos pensar que son equivocadas.  
  • Debatir sobre diferentes puntos de vista sin imponer el nuestro, respetando sus opiniones, aunque podamos no estar de acuerdo.

Dra. Alazne Aizpitarte Gorrotxategi