Abordar la ansiedad en la adolescencia desde los centros educativos
Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 29/1/2024. Puedes ver el original en este enlace.
El miedo y la ansiedad son dos emociones normales y adaptativas que todos experimentamos en ciertas situaciones y que tienen la función de protegernos ante el peligro. Esta reacción fisiológica de defensa es útil para la supervivencia y tiene una función protectora, ya que nos impulsa a combatir o a huir de una amenaza. Sin embargo, la ansiedad se convierte en un problema cuando desaparece la función protectora y aparece con mucha frecuencia e intensidad sin que haya un peligro, o bien, cuando hay un peligro real, pero la reacción es desproporcionada.
El miedo y la ansiedad son emociones normales y adaptativas que todos experimentamos en ciertas situaciones y que tienen la función de protegernos ante el peligro.
Características de la ansiedad
- Miedo excesivo: se siente un miedo desproporcionado a la amenaza real de la situación.
- Se evitan ciertas situaciones, lugares o actividades que desencadenan la ansiedad.
- Preocupación sobre el presente y el futuro, incluso cuando no hay una amenaza real presente, por la expectativa de consecuencias negativas o desafiantes en el futuro.
- Es de carácter irracional: no existe una posible explicación lógica del fenómeno, de forma que la persona ya sabe que «no es para tanto», pero tiene la sensación de no poder gestionarlo.
- La situación sobrepasa el control voluntario y la persona se siente incapaz de gestionarlo: «no puedo».
- Produce cierto grado de malestar o sufrimiento.
Afrontar la ansiedad en la adolescencia
Más de un 60% de los adolescentes y jóvenes han sufrido alguna vez síntomas de ansiedad en los últimos 6 meses, y 1 de cada 4 lo ha sufrido muy a menudo, según cifras del Barómetro Juvenil sobre Salud y Bienestar (2023) publicado por la Fad Juventud. De hecho, todos los adolescentes pueden experimentar ansiedad en algún momento, pero la percepción y la capacidad de manejarla son diferentes para cada uno.
Es importante poder distinguir cuando la ansiedad que manifiesta un adolescente es un síntoma de malestar emocional y cuando nos encontramos ante un posible trastorno de ansiedad. La presencia de ansiedad puede ser una manifestación normal de malestar emocional que pueden generar todos los desafíos vitales y las situaciones nuevas propias de la adolescencia, como la presión académica, el desarrollo de la autonomía y del autoconcepto, la exposición en las redes sociales, los cambios en las amistades o el inicio de las relaciones sexo afectivas, entre otros. En el caso del malestar emocional, es necesario actuar desde la familia y el centro educativo para prevenir que la ansiedad vaya a más e intervenir con el adolescente para dotarlo de herramientas para manejarla.
Cuando la ansiedad es excesiva, persistente, genera un sufrimiento elevado y tiene un impacto significativo en la vida diaria de una persona, entonces se convierte en un problema de salud mental. Los trastornos de ansiedad, como problemas de salud mental, requieren atención y tratamiento de profesionales sanitarios especializados.
La familia y el centro educativo pueden actuar para prevenir que la ansiedad vaya además y para dotar el adolescente de herramientas para manejarla
Qué pueden hacer los centros educativos
- Estar atentos a las señales de alarma para poder hacer una detección temprana y derivación a profesionales sanitarios especializados para su valoración, ya sean el contexto clínico, como en el contexto de programas de coordinación intermedia entre educación y salud.
- Cuando identificamos un adolescente que manifiesta síntomas de ansiedad, ofrecerle espacios seguros para que pueda exponer su malestar y dificultades cuando lo necesite, como, por ejemplo, que pueda acudir al referente de bienestar emocional o psicólogo del centro.
- Hacer intervenciones en el aula para prevenir la ansiedad de forma intensa entre el alumnado adolescente:
— Hacer una evaluación anual protocolizada por cribado de ansiedad.
— Entrenar herramientas para hacer frente a la ansiedad. Plantear dinámicas vivenciales para entrenarlos a hacer frente a situaciones difíciles, por ejemplo, tipo role-playing, tan reales como sea posible, que den pie a hacer psicoeducación de la ansiedad que generan estas situaciones. Aprovechar las diferentes situaciones que surgen en el aula para favorecer la identificación y la expresión emocional de la ansiedad, así como el manejo.
— Formar a las familias sobre adolescencia, ansiedad y orientarles sobre qué pueden hacer para acompañar el hijo o hija adolescente.
— Enseñar técnicas, actividades o hábitos que puedan aplicar en su día a día para reducir la ansiedad. Por ejemplo, en itinerario de proyectos o tutoría, ofrecerles un espacio para que puedan generar un plan de autocuidado personalizado para el manejo de la ansiedad les ayudará a hacer frente al malestar emocional que les generan las situaciones a las que se enfrontan en su día a día.
Técnicas y hábitos que se pueden poner en práctica en el aula para reducir la ansiedad
- Respiración profunda. Practicar la respiración profunda puede ayudar a reducir la respuesta del sistema nervioso simpático que está activo durante la ansiedad. Realiza respiraciones lentas y profundas, inhalando durante 4 según, sosteniendo la respiración durante 4 según y exhalando durante 4 segundos.
- Mindfulness. Trata de practicar la atención plena, es decir, de enfocar la atención en el momento presente y aprender a observar los pensamientos y las emociones sin juzgarlas.
- Practicar técnicas de relajación, como la relajación muscular progresiva o el yoga, puede ayudar a reducir la tensión física y emocional. Es importante explicar que las pueden utilizar siempre, no solo cuando tengan picos de ansiedad.
- Visualización. Imaginar un lugar o una situación pacífica y placentera.
- Actividades y hábitos que el profesional puede destacar como manera de reducir la ansiedad:
— Hacer ejercicio físico de manera regular. La actividad física regular libera endorfinas, que son conocidas como hormonas de la felicidad.
— Tener buenos hábitos de sueño. Dormir suficiente y tener sueño de calidad es muy importante, ya que la falta de sueño puede empeorar los síntomas de ansiedad.
— Apoyo social. Las relaciones sociales son importantes y compartir preocupaciones y sentirse apoyado es beneficioso. Hay que animar el adolescente a pasar tiempo con amigos y familiares y participar en actividades sociales que le interesen.
— Evitar estimulantes. Reducir o eliminar el consumo de sustancias estimulantes como la cafeína o las bebidas energéticas.
— Establecer rutinas de desconexión digital. Se recomienda apagar las pantallas al menos una hora antes de irse a dormir, ya que la luz azul emitida por las pantallas puede interferir con la calidad del sueño.
— Establecer límites de tiempos de uso de pantallas. Limitar el tiempo ante las pantallas, especialmente en situaciones de ocio, ya que el exceso de pantalla puede contribuir a la ansiedad. Definir un periodo específico para el uso de dispositivos puede ayudar a prevenir la sobreexposición y la rumiación de pensamientos ansiosos.