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Educación emocional de niños y jóvenes

3 min

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Educación emocional

Este contenido se publicó originalmente en SOM Salut Mental 360º el día 9/3/2021. Puedes ver el original en este enlace.

La educación emocional permite ofrecer y disponer de herramientas sencillas para poder vivir de una forma más plena y sana. Aporta bienestar, tanto a nivel individual como colectivo.

El ejemplo que damos las personas adultas es clave, ya que aprendemos a través de las neuronas espejo, aunque también es indispensable la reflexión y la práctica de estas estrategias para poderlas aplicar en el día a día.

Creemos que la educación emocional es la clave para ser felices, tanto en el presente como en el futuro.

¿Qué son las emociones?

Las emociones son mecanismos involuntarios que nos ayudan a actuar con rapidez y que funcionan de manera inmediata. Son el motor que nos mueve. 

Las emociones no son ni buenas ni malas, son agradables o desagradables, pero todas sirven para alguna cosa.

Son positivas, reales y necesarias.

  • El miedo nos ayuda a ser prudentes.
  • La tristeza nos ayuda a cerrar etapas, a pedir ayuda...
  • La envidia nos puede llevar a intentar ser mejores.

Detrás de cada conducta hay una emoción. Incluso hay estudios que demuestran que, mientras que la razón es la que nos ayuda a valorar los pros y los contras de cualquier decisión, la emoción es la que toma la decisión final. Cuando un niño o niña o un adolescente no hace lo que se le pide, molesta, nos contradice, llama la atención o, simplemente, se aísla, debemos preguntarnos y preguntarle qué le pasa, porque es alguna emoción la que le mueve a actuar así.

Si le ayudamos a identificarla y a averiguar de dónde viene, podremos también ayudarle a encontrar una solución positiva.

¿Qué ocurre cuando las emociones nos superan?

Educacion emocional

La respiración es clave, nos permite calmar el cuerpo y, por tanto, también el pensamiento y las emociones, dado que las tres cosas están vinculadas.

Así, en situaciones difíciles, va bien detenerse, respirar y preguntarse:

  • ¿Qué problema tengo?
  • ¿Cómo me siento?
  • ¿Qué puedo hacer?

Como estaremos más tranquilos, podremos responder a estas preguntas atendiendo a la emoción, pero sin dejar que nos domine. El hecho de ponerle nombre a la emoción hace que esta baje de intensidad, que la podamos gestionar mejor y que podamos actuar con más sentido común.

Las emociones, cuando las dejamos salir, desaparecen pronto, son de corta duración. Pero cuando no las escuchamos, insisten en aparecer de forma recurrente, generando pensamientos y emociones secundarias que son más difíciles de gestionar y de identificar.

Las emociones nos acompañan siempre y, en todo grupo humano, a menudo generan malentendidos. Por eso, además de aprender a gestionar las emociones, es importante trabajar la resolución de conflictos.

¿Cómo debemos acompañar en los conflictos?

Si queremos que los niños o jóvenes lleguen a resolver los conflictos de manera autónoma, el papel de las personas adultas es clave. Debemos adoptar el rol de mediador, sin juzgar ni decidir las consecuencias. Podemos seguir estos sencillos pasos:

  1. Ayudarles a que se tranquilicen.
  2. Facilitar que se escuchen entre ellos para reconstruir al completo lo sucedido, teniendo en cuenta todos los puntos de vista.
  3. Acompañarlos para que expresen cómo se sienten.
  4. Ayudarlos a ver en qué se han equivocado o qué podrían haber hecho de forma diferente.
  5. Velar por que ellos mismos encuentren la mejor solución.

Las soluciones a los problemas serán buenas y efectivas si reparan el daño producido y satisfacen a todas las partes implicadas. 

¿Podemos evitar los conflictos?

Para prevenir los conflictos es importante aprender a comunicarse. Ante cualquier situación complicada, las personas pueden mostrar tres estilos de comunicación:

  • Agresivo: gritar, agredir.
  • Inhibido: callar, huir, reír.
  • Asertivo: dialogar, hablar, escuchar.

Los dos primeros no ayudan a solucionar el problema y lo empeoran, las consecuencias son siempre negativas, mientras que la asertividad tiene como objetivo buscar soluciones que satisfagan a todos los implicados.

La buena noticia es que la asertividad no es innata y, por tanto, puede adquirirse.

Agnès Vallvé , Guiomar Manrique